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Un gesto de Kaymer

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Faltan 732 días

No puede decirse que Martin Kaymer sea un tipo expresivo, aunque a su manera cada vez lo sea más. Después de ganar el US Open, sin ir más lejos, hasta hizo reír a todos los periodistas con alguna ocurrencia ingeniosa en la multitudinaria rueda de prensa del campeón.

Hace algunos años, aún era menos expresivo. Pero guardo viva y fresca una imagen que me impactó. Tres semanas después de la Ryder de 2010 en Gales, Alejandro Rodríguez y quien esto escribe le hicimos una entrevista en Valderrama. Al hablar de la Ryder, el gesto se le retorció. Como si le hubiéramos mentado a la bicha. Tenía muy reciente el recuerdo y no dejaba de pensar en aquella semana, la de su debut en el evento más importante del golf mundial. Europa había ganado, pero él se había quedado chafado. Entendía que no había ayudado en absoluto al triunfo. Que su juego había sido pobre. Que los acontecimientos le habían superado. Todo eso lo explicó con una sinceridad lacerante, como castigándose él mismo. Después de una pequeña pausa y de apretar los dientes, dijo: “ojalá se jugara mañana mismo la siguiente Ryder”.

Les puedo asegurar que no fue un brindis al sol. Realmente estaba dolido. Y realmente necesitaba una revancha.

Dos años después el alemán embocaba el putt decisivo en aquel domingo de leyenda en Medinah. Una acción y un momento que él sitúa muy por encima de cualquier otro en su ya laureada carrera deportiva.