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El artista del putter

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Philip Archer firma un putter del Seve Trophy ante Rafael Lozano/Ten-Golf

Rafael Lozano es uno de esos personajes anónimos que rodean al mundo del golf y que lo hacen un poquito más grande…

El golf es su pasión. Natural de Loja (Granada) lleva este deporte en las venas. Sin embargo, dos hernias discales le han impedido seguir jugando. Dolido, pero lejos de hundirse, decidió buscar 'terapias' alternativas y comenzó a fabricar putters rústicos de madera, posiblemente los mismos que utilizan los pioneros escoceses siglos atrás.

Es un artista. Utiliza cualquier tipo de madera, "aunque la mejor es la de olivo, ya que se moldea muy bien". Les da forma, los barniza y los personaliza. Es algo así como un 'tuneador' de putters. Cada uno lleva el nombre de un jugador, con la bandera de su país y los títulos que ha logrado, al menos los más importantes. "Hay algunos jugadores que les he hecho varios y después se los regalo". Hoy mismo le ha regalado uno de Henrik Stenson al caddie de Miguel Ángel Jiménez.

Es su gran hobby. "Me encanta. Tardo entre seis y diez horas en fabricar un putter". Para el contrapeso utiliza cualquier tipo de hierro que llegue a sus manos. Lo más habitual es una herradura, pero "también uso cadenas cuadradas y algunos hierros que ya no sé ni lo que eran".

Tiene una colección de más de 350 putters, aunque muchos los regala.

La joya de su colección es "uno de Seve Ballesteros. Me lo firmó aquí mismo, en Valderrama. Recuerdo que lo hizo con bolígrafo y se ve poco. Por eso estoy buscando la ocasión de verlo y que me firme otro que tengo hecho".

La conversación de Rafael con Ten-Golf se interrumpe cada vez que pasa un jugador. "Perdona un segundo, pero es que ése no me ha firmado". Justin Rose, Jeev Milkha Singh, Tongchai Jaidee, Philip Archer… Todos dejan grabada su rúbrica y quedan encantados con los putters. Y es que son obras de arte.

No obstante, Rafael Lozano no quiere que sus putters se guarden en una vitrina. "Están muy bien hechos y son para usarlos en los greenes. Todo el que lo prueba queda maravillado porque tienen muy buen toque. Y si se estropean no pasa nada, se vuelven a barnizar".

Sólo falta una firma en su colección: Tiger, cuál si no. "Hablé con Miguel Ángel Jiménez y me dijo que fuera a Carnoustie, que allí seguro que encontrábamos un momento para que lo firmara. Pero al final no pude ir porque mi mujer ya había reservado un viaje a Italia", explica Rafael.

No duden que seguirá intentándolo y que lo conseguirá. No descarten que Tiger se quede con uno en cuanto los vea.