Al fin y al cabo, era el péndulo que dibujaba el cuerpo de Ian Poulter quien lo movía, pero ahí estaba su putter dándole la confianza y estabilidad suficientes…
Por ejemplo, para que la Ryder Cup 2012 terminara en manos europeas. Porque el inglés nos metió en la lucha aquel sábado legendario en Medinah haciendo magia en los greenes, entre otras cosas.
Hoy, le ha llegado la hora de la jubilación. Al putter, claro. Las herramientas, en golf, trascienden en muchas ocasiones a su mera composición material. Ya puedes tener un driver atómico en tus manos, que si no lo ves, no lo ves. Y a la inversa. Valga la exageración: le pides prestado el putter a tu sobrino de diez años y quedas prendado por los siglos de los siglos…
Poulter le ha dado un margen de confianza a su fiel compañero de faena en los greenes, pero esta semana, en Francia, se ha consumado la separación, tal y como ha confirmado el jugador en las redes sociales. Ian no va a renegar de él, quede claro, y a partir de ahora descansará en un lugar privilegiado. Pero ahí, paradito. Quién sabe, quizá tenga que desempolvarlo dentro de unos meses, o de unos años.
El inglés quiere darle una oportunidad a una nueva herramienta en el British y avisa: siempre que estrena pasa algo grande. Muirfield aguarda expectante.
Un ejemplo de cómo funcionó su putter en Medinah…
