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Deseos para el año que acaba de comenzar: Carta a los Reyes ‘Majos’

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Queridos Reyes Magos… sabemos que ha pasado tiempo desde mi último vistazo por esta página. Espero no tengáis en cuenta el tiempo que he echado tecleando a la hora de llenar los camellos. Si mi profesionalidad periodística cuenta, sé que toca carbón. Si sirve de algo, sabed que me encuentro un poco avergonzado con mi consistencia como reportero dicharachero de medio pelo…

Sin duda, el descubrimiento del blog de mi colega nórdico Alex Noren (http://blogg.aftonbladet.se/alexandernoren) ha abofeteado esa conciencia demasiado acostumbrada a la siesta de medio día que viene siendo la de este servidor. Actualizado diariamente. Repleto de fotos, vídeos, artículos y hasta sorteos, el blog de Noren tiene mayor parecido con las fiestas del colegio, tómbola incluida, que con mis tristes articulillos con suerte trimestrales. (Decirte Melchor que yo mismo he hecho de la página del sueco pestaña matutina obligatoria junto con mi facebook y mi Hotmail.

Hay un video de hace una semana enseñando el “backflipper” que a día de hoy me tiene maravillado y a Jose, el del chiringuito, asustado con mis continuos filazos. Usar el bounce de esa forma es dulce tal gofre con nata y chocolate. (Os animo a que le echéis un vistazo).

Volviendo a nuestros negocios, quiero contaros cómo este año que se va ha sido el más completo que consigo recordar. Hay años que se van sin ni siquiera despedirse. Años de tránsito que te dejan una sensación de par. Nada bueno, nada malo. Simplemente un par. Este año no ha sido un par. Más bien todo lo contrario.

La mayoría de las veces llegas a estas fechas asustado con lo rápido que pasó este ciclo anual y en cambio, sentado aquí tengo la sensación de que este año no lo olvidaré tan fácilmente. Ha pasado a cámara lenta. De emoción fuerte a más fuerte. El sabor dulce de las últimas semanas se entremezcla con un amargo. Un amargo que te hace darte cuenta de lo que verdaderamente te importa en esta vida. Tu familia, tus amigos. Amargo que te hace apreciar lo que tienes y lo que eres porque otros han luchado y se lo han currado sin esperar nada a cambio. Y simplemente una sonrisa suele ser, a veces, suficiente para pagar esa deuda realmente impagable. Y aunque tampoco soy yo quién para ponerme a filosofar, la sensación que me queda después de todo este año es de tranquilidad.

Siempre he compartido la opinión de que de los momentos álgidos poco se suele sacar. Nunca antes he estado tan seguro de esta idea. Un secreto: durante todo el año he mantenido una hoja pinchada en la pared a la altura de mi almohada con una frase de John Wooden, “If you are not making mistakes, then you are not doing anything. I’m positive a doer makes mistakes”. Sin duda, un bálsamo en esos momentos en los que tienes la sensación de que has metido la pata bien hasta el fondo.

Si he aprendido algo valioso este año es a no tener miedo. A no tener miedo de apreciar los buenos momentos. A no tener miedo de probar cosas que puedan no funcionar. A no tener miedo de agradecer felicitaciones y a no tener miedo de recibir lecciones. Por encima de todo, nunca sabremos dónde irá la bola a parar. Sólo nos queda luchar, currar, aprender y disfrutar. Mientras queden hoyos.

En la última vuelta del Open de Francia me volvió a tocar la lotería. Esta vez más gorda que la del puente, la viga de madera sueca o la de la roca sudafricana. Compartí partida con José María Olazábal. No conseguía entender como un tipo con dos chaquetas verdes a sus espaldas jugaba con tal intensidad. Salimos a las 7 de la mañana. Hora nada señorial y siendo domingo, buen indicio de que hoy comeríamos en el players lounge antes de que el leader terminara de calentar.

Mientras transcurría el día, podía claramente ver cómo el vasco vivía cada golpe como si fuera el más importante de su carrera. Tampoco había que ser un lince para llegar a esa conclusión. Sólo había que verlo. Yo flipaba. Ese día a mi me faltó sacar los ‘taperwares’ en un tee y hacer un picnic con mi caddie.

Nunca una vuelta tuvo menos interés que esta última en la que luchaba por el puesto 60, o 65. Perdón, me arrepiento de usar el verbo luchar. Alguien como Don Pelayo se avergonzaría de este blog. Más bien era hacer la croqueta cuesta abajo. Lo que contaba. Cada chip, driver y putt de menos de 1 metro… Cada putt a distancia de “acabo”, especialmente siendo partida inaugural, fue marcado y analizado desde todos los ángulos por Txema. 71 golpes. Menos una para acabar empatado en el puesto 54. Calculo que un gasto calórico de lo menos 2000 Kcal.

Si os soy sincero no lo conseguía comprender del todo. Fascinante. Sí, pero con la misma sensación que tienes cuando alguien mayor te habla de sus experiencias. Lo entiendes, pero igual no lo compartes. Vaya que sí, ¡pero que pa qué!…

No os quiero ni decir la de veces que pensé en Txema la última semana del año en Hong Kong. Qué cabrón. 4 días de libreta, papel y goma. Australia y Hong Kong. A la vez. El 118 de 120. 3.000 euros de diferencia que podían haber sido 1.000 o 50. Principio de úlcera estomacal. Por un golpe en el último hoyo el viernes. Por un golpe en el último el domingo también. De nuevo apareció el calvo por allí. Tengo una flor en el culo. Txema, eres mi ídolo. Ahora más que nunca.

Por eso este año, Reyes Magos de Oriente, no os pido nada para mi persona. Solamente os voy a hacer un encarguillo que espero podáis cumplir en este 2010:

– Para el Cañi, Suneson y Rodiles: un trampolín de plástico de esos cojonudos. Azul si puede ser. Y prontito.

– Para las niñas que se van a América: una estantería Billy del Ikea ¡que se adapta a cualquier espacio! de las grandes. Para todos los trofeos. El color eso ya lo habláis con ellas que ya sabéis como son las tías.

– Para Sergio: una mano lanzacohetes de las ‘güenas’, también prontito que este año la va a necesitar para cargarse el ranking mundial y unos cuantos torneos de los buenos.

– Para Alvarito y Gonzalo: un tanque apisonadora. Como el amarillo de mi sobrino. Con eso no veas que virguerías se hacen. Se entra al top 50 y se deja suavecito, suavecito. Y de allí, lo aparcas y no hay quien te mueva.

– Para Cabrerita y tal, Larita, Garrincheli Garrido y Pamploon Larrazábal: una pelota también de plástico. Grande. ¡Un Pelotazo! Y Larita quiere otra piscina de platico pal ático también, que la anterior la tiene ‘descoloría’ del sol.

– Pal Pisha: a Jiménez le viene bien tó. Botella Juanito Caminante Negra o cajita de delicatessen cubanas de los gordos con papelillo amarillo que pone Cohíba. De los palos ya se encarga él, descuiden.

– Y por último, y para todos los golferos, buena salud, un año repleto de birdies y muchas cosas buenas que contar en este año nuevo que empieza.

PD: Estaré en Bangkok con Monty, pero las galletas y el agua para los camellos están en el salón. Usen la ventana abierta, no hay necesidad de tocar el porterillo.