Inicio Blogs Firma Invitada Au revoir mon ami

Au revoir mon ami

Compartir
Sergio Gómez y José María Olazábal, en la Ryder Cup de 2012 en Medinah.

¡Ya te has ido! Ya puedes descansar y dejar atrás estos últimos tres años de lucha, pues la parca es tozuda y obstinada y cuando te tiene en el punto de mira no te suelta.

Ya puedes recordar sólo lo bueno que tuviste en tu vida, que fue casi todo querido gordo, y sabes que te lo digo con cariño pues se de lo que hablo.

Llevo toda la mañana viendo pasar imágenes y recuerdos delante de mis ojos y cada cual más divertido o enriquecedor que el anterior. Ha sido un camino largo que hemos hecho juntos, 32 años, y aunque es verdad que como siempre en la vida hemos tenido nuestras crisis, l’amitie siempre se ha mantenido.

Podcast: Sergio Gómez, un mito con el que era imposible aburrirse

Me disculparán los lectores por trufar este texto con palabras francesas, incluido el titular, pero era algo que nos unía a los dos, nuestras MADRES francesas y esa lengua de Moliere que utilizábamos a menudo.

Gordo, contigo empecé mi andadura en el Plus y no sabes lo orgulloso que estoy de esos tres años juntos detrás del micrófono. Sobre todo porque pasados 28 años todavía la gente se acuerda con cariño del dúo que hacíamos. Nos lo pasábamos  bien y eso lo sabíamos transmitir a la gente. ¡La de anécdotas  que hemos vivido…!

Me pedías siempre antes del Masters que trajera embutido, pues llevabas un mes a carne y, desafiando las leyes sanitarias, llegaba a la cabina con jamón pata negra, lomo o mejillones en escabeche que nos encantaban. Mira qué lo intentamos Gordo,  pero no hubo manera de que Bill, nuestro técnico de sonido, hincase el diente a aquellos  manjares. El mismo Bill que un día nos dio un susto de muerte al caerse de la silla donde se había quedado dormido, haciendo que Madrid se preguntase si estábamos bien por el ruido que habían oído.

Fallece Sergio Gómez, el Leonardo da Vinci del golf español

Eras un pozo de anécdotas y no sólo yo sino todo aquel que se te acercaba se aprovechaba de esa inmensa cultura que tenías.
Era un placer oírte y charlar contigo como en aquella Dunhil de St Andrews cuando cada noche nos quedábamos en ‘tete a tete’, a veces acompañados en el primer whisky por Pepín Rivero, rehaciendo el mundo, algo que nos encantaba a los dos.

Y qué me dices de esas comilonas, especialmente la primera, con tu inseparable Jesús, en vuestro refugio de Saltxipi, donde a la vuelta a Sanse intentaste vehementemente convencer al Guardia Civil que no todas las estadísticas estaban a favor del uso del cinturón. Todavía hoy me pregunto cómo nos dejo pasar. Si lo hizo fue precisamente por ti, porque captó enseguida que tras ese vozarrón había un ser entrañable que enamoraba al que se le acercaba.

¡Te voy a echar mucho de menos mon Ami!

¡Au revoir, Sergio!