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Los anónimos

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Íñigo Méndez de Vigo, ex ministro de Cultura y ex portavoz del Gobierno, y Juan de la Huerga.
Íñigo Méndez de Vigo, ex ministro de Cultura y ex portavoz del Gobierno, y Juan de la Huerga.

“Soy David Álvarez, ¿puedes citarme?”. Faltaría más, señor. Y lo primero para que no se olvide. A las ocho y pico de la mañana iba refunfuñando por afrontar la tercera subida al imponente club de Valderrama. Y se apareció el ángel de la guarda al volante de una furgoneta de cortesía. Fue una epifanía. “¿Te subo?”, dijo el buen hombre. Casi le doy un abrazo y, por supuesto, cumplo mi parte y ahí va su nombre encabezando el texto.

El “potencial infinito” de Arnaus pega otro aldabonazo en la puerta

Fue un día de protagonismo anónimo. Aparte de servidor (el burro delante…) y del amabilísimo David, la mañana trascurrió tranquila, con sol, no con bruma y humedad como el jueves, y con anónimos danzando por el campo, mayormente para seguir a Jon Rahm y a Jorge Campillo. Sólo un caballero desentonaba entre la muchedumbre y no era por los colores verdosos de su atuendo (varias tonalidades pero ningún verde de Vox). Era Íñigo Méndez de Vigo, ex ministro de Cultura y ex portavoz del Gobierno, un gran aficionado a la bolita y que por la tarde estuvo siguiendo también a los españoles. Veraneante en esta zona, el lunes almuerza con Mariano Rajoy en Madrid. “Ahora toca descansar y disfrutar”, afirma mientras posamos para una fotito.

Desconocida era hasta que esta contracrónica la saque del anonimato la señora Hernando, madre de Gonzalo Fernández-Castaño. “No lo sigo toda la vuelta porque me pongo muy nerviosa, como las madres de los toreros”, admite. “Mi apellido nunca sale porque además el primero es compuesto”. Pues aquí tiene su casa y el merecido reconocimiento, señora Hernando.

Quirós rompe un maleficio terrible y nos brinda una significativa prueba del algodón

Una paisana de Quirós seguía entusiasmada su final de ronda, mientras sus hijos (del golfista, no de ella) rompían con un “papá, papá, papá” el silencio habitual en los greenes deseosos de que el jugador de Guadiaro les diera un achuchón. “Me encantaba cuando venía Martin Kaymer a jugar aquí”, prosigue la vecina de Quirós. “Y me acuerdo perfectamente de cuando ganó Ian Poulter”, agrega. Los lugareños entienden más de este deporte que los periodistas, no hay duda. Lo mismo me da una master class de golf en la Feria de Guardiaro si esta noche nos llegamos…

Poca chicha tienen los noruegos, salvo por la meteórica irrupción de Viktor Hovland, el mejor amateur del mundo que se convirtió en profesional nada más concluir, y muy bien, el US Open. Este chico no está en el Andalucía Masters, pero había tres compatriotas defendiendo la bandera de su país con estos calores y casi hay pleno. Falló por los pelos Kristian Krogh Johannessen (756 del mundo) y se quedan el fin de semana Kristoffer Reitan (780 del planeta) y Espen Kofstad (901).

VÍDEO: Arnaus emboca un putt diabólico en el hoyo 17 de Valderrama

En la lucha nórdica contra los hegemónicos suecos y los sobresalientes daneses, brillaron los finlandeses, que tienen un ramillete de cuatro jugadores entre los 300 del mundo, con tres clasificados de cuatro en liza para las dos rondas finales: Mikko Korhonen, Kim Koivu y Tapio Pulkkanen. En la cena se puede cachondear de sus ‘hermanos’ suecos, que han colocado a los mismos saliendo ayer 11 al tee del 1.

Párrafo aparte merecen los daneses. Siguen la mitad, pero qué mitad, mi amigo Soren Kjeldsen, ganador aquí y con quien no he cruzado una palabra en mi vida, y su antagónico compatriota (grande y malencarado) Thomas Bjorn, aunque con la Ryder hiciéramos algo las paces… pese a que no he cruzado tampoco una palabra con él en mi vida. Éstos no son anónimos; rectifico, los noruegos sí salvo para los muy avezados en la materia, como no es mi caso.

A última hora el viento le robó la cartera a Jon…

Y tampoco lo es, aunque por estos lares no lo paren para pedirle un autógrafo y un selfie, Dean Burmester. El sudafricano estaba como unas castañuelas tras embocar en el 18 el putt que le vale por un bono de dos días más en Sotogrande. La ruidosa celebración de cinco o seis personas le haría pensar al tipo que era una pequeña colonia sudafricana. Nada más lejos de la realidad. El gozoso golpe fue festejado por cinco o seis periodistas, servidor incluido, porque queríamos saber de primera mano cómo se pronuncia el apellido del líder, Bezuidenhout, y no es lo mismo afrontar esa consulta chorresca si pasa feliz el corte o se pilla un cabreo monumental por apearse en esta estación. Por cierto, se me ha olvidado la pronunciación y balbuceó algo parecido a Oousthuizen, que de anónimo no tiene nada de nada.

* Juan de la Huerga es redactor del Diario de Sevilla