Por Alejandro Rodríguez
Pasó el Accenture. Se fue y ahora tendremos que esperar ocho meses para volver a vivir algo así. Demasiado tiempo, creo yo…
El espectáculo del match play debería estar mejor representado en el calendario profesional. Es golf de alto voltaje, de máximo riesgo. Es golf en estado puro. El objetivo es la bandera, el birdie, el eagle… Belleza infinita.
Habrá opiniones contrarias. Habrá quien piense que saber jugar al golf es medir los riesgos, conocer tus límites, evitar las locuras… Prefiero el golf 'zumbadete' de Mickelson, del más allá… Prefiero ver a unos señores exprimiendo al máximo sus drivers para poner la bola en un green con caída infernal como el 15 del Ritz-Carlton.
Si en lugar de jugarse match play, el Accenture hubiera sido stroke play habríamos visto muchas 'maderas 3' o hierros largos desde ese tee… Posiblemente, no habríamos visto a Ogilvy dejarla a menos de un metro de la bandera con el driver… Eso es espectáculo.
En stroke play sólo vemos correr esos riesgos en momentos muy determinados. Incluso, hay jugadores que prefieren amarrar un cuarto o quinto puesto, antes de arriesgar por algo más y verse fuera del top ten. En match play no existe esa opción. O ganas o te ganan. Fantástico. Es la grandeza del uno contra uno. Puede que no siempre gane el que más arriesgue, pero lo que es seguro es que quien no arriesga no gana.
Sé que tiene sus inconvenientes. Que si le retransmisión de televisión es más aburrida (en las últimas rondas), que si corres el riesgo de quedarte sin los primeros del ránking mundial en un visto y no visto… Como ven todas esas explicaciones son comerciales, de márketing. Perfectas. Pero yo prefiero las deportivas…
Muerto el Accenture, ¡viva el Volvo World Match Play en Finca Cortesín!
