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Mickelson y la propiedad de las rodillas

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Por Gerardo Riquelme, Redactor Jefe de MARCA
Phil Mickelson se ha dado de baja en el BMW, el torneo que comienza mañana, sin una aparente respuesta convincente. Ha vuelto a aludir a los asuntos familiares. Dicen que su hijo comenzó ayer el colegio. El mío la guardería el lunes y estoy aquí, escribiendo. Lo digo porque la obligación a veces obstruye el mejor de los deseos.

En otros momentos, al zurdo más famoso del golf se le podía perdonar esta licencia. El Circuito Americano se movía en un calendario predefinido hace años y con una larga lista de patrocinadores en lista de espera. Pero no ahora, cuando se pelea por diez millones de dólares, un premio tan inmoral como perverso para Tim Finchem, que está obligado ante sus patrocinadores a contar con el concurso de todos los mejores jugadores del mundo. Es tal la presión a la que se han sometido, que el calendario, Ryder Cup, incluido, se tiene que orquestar en torno a ese final.
Cuentan que en un entrenamiento del Liverpool, Bill Shankly, el técnico más genial de la historia del fútbol, vio llegar a uno de sus chicos dolorido con una venda en la rodilla. "¡Quítese inmediatamente esa venda de la rodilla!", le dijo ante el asombro del futbolista. "Esa rodilla no es suya, esa rodilla es del Liverpool". Ahora estamos ante la misma situación. La decisión de Mickelson no es suya, pertenece al Circuito Americano, al menos este primer año. Porque si la Fedex Cup no es un éxito, el efecto puede generar un catastrofismo en cascada cuyas consecuencias no serán a corto plazo. Egoísmo puro, en definitiva.