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Poulter, el ‘killer’

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Por Pedro Fernández

No puedo esperar más… Tengo que hablar de Ian Poulter…

Bien podría haber empezado este serial de la Ryder con él, pero ya os dije que el orden es caprichoso, como el ‘random’ de los reproductores de música. Por dónde empezar… Gran cuestión esa. Bueno, ahí va una anécdota que me puso los pelos de punta.

Íbamos camino del escenario donde José María Olazábal recibió la Copa de campeones. Os podéis imaginar cómo acabó la fiesta en el vestuario después de la victoria: mucho champán, muchos abrazos, muchos saltos… Fue una celebración muy divertida, pero también caótica. Por eso, de repente, veo que Poulter va a subir a la gala de clausura con una bandera de España a la espalda y le digo «Ian, creo que te has equivocado, que no llevas la inglesa, sino la nuestra…». Me mira y me dice: «no, no es un error, quiero llevar la bandera española por Sevy, my friend».

Si ya era mi ídolo, en ese momento pasó a convertirse en un dios. Iba con la bandera de España colocada como si fuera la capa de Súperman, hasta la rodilla. Fue un momento impresionante. Nunca olvidaré lo que me dijo, y mucho menos la cara que puso al decírmelo.
No tengo ninguna duda. Si mi vida dependiera de un putt de diez metros, cien por cien, me la jugaba con Poulter. Es mi ídolo de corazón. Me ha ganado como jugador y me ha tocado la fibra por su carácter. Los que me han visto pisar alguna vez una cancha de baloncesto lo saben. Mi manera de entender el deporte es similar a la suya. Es un ‘killer’. Yo salía a la pista diciendo «hoy rompemos tres brazos y cuatro dientes». Era una manera de estar enchufado, de transmitir… Él tiene esa mentalidad.

En el vestuario es muy respetado. Es el que lleva los galones del equipo y el resto está encantado. Yo lo tengo claro. Europa en las próximas Ryder debe ser Poulter, nueve clasificados y dos invitaciones. Yo lo llevo aunque tenga 70 años. Es el líder espiritual.

El equipo era muy participativo. Todo hablaban en el vestuario y algunos discursos era muy motivadores. De verdad, a Poulter sólo había que mirarle la cara… Tengo una foto con él y con el ‘Pisha’ que guardaré para siempre como oro en paño.

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