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Trampas y tramposos

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Por Carlos Carbajosa, Redactor de EL MUNDO

La verdad es que ya sé a lo que más se parece un día de golf; creo que es lo mismo que una jornada en el trabajo: nunca sé con cuántos golpes voy a terminar. Hoy quiero hablar de las trampas y de los tramposos. Se ha convertido en una 'verdad incuestionable que el golf es, por excelencia, el juego de los caballeros…

A lo largo (sobre todo a lo ancho) de mi decepcionante práctica por los campos de Dios me he ido dando cuenta de que cada año que pasa hay más tramposos en un deporte que, en cualquier caso, sigo venerando. El golf me parece lo más bonito que hay. Decía Oscar Wilde que este juego era la peor manera de estropear un paseo por el campo, y en ciertas ocasiones le he tenido que dar la razón.

 

 El otro día me tocó jugar con un tipo tan tramposo que si llega a hacer un hoyo en uno se habría apuntado un cero en su tarjeta. Yo creo que tiene mucho que ver con el nivel. Creo poder demostrar que mientras peor le pega uno a la bola menos trampas está dispuesto a hacer. Y también que la mayor concentración de tramposos se produce en los handicaps del 20 al 9. Es un cuestión meramente cerebral. La mente del competidor admite con más naturalidad los errores cuanto menor sean sus expectativas de éxito.

Me cuentan la anédcdota de un periodista medio retirado que el año pasado, en uno de los muchos torneos que se celebran y a los que se invita a la prensa, le tocó jugar con dos jóvenes y entusiastas colegas recién llegados al oficio. Terminado el primer hoyo, le preguntaron qué debían anotarle: "Apuntadme par". La misma respuesta les dio a los chavales tras el segundo;
y tras el tercero. El más atrevido de los chicos se lanzó: "Oye, si yo te conté siete golpes en el primero, otros siete en el segundo y cinco en este par tres". "Ah, es cierto", contestó inspirado. "Pues apuntadme impar". Ya digo, se trata de una anécdota seguramente deformada por las cervecitas posteriores a lo que realmente hubiera ocurrido. O no. Odio las trampas y el golf las odia también. Ahora me tengo que ir a ver si encuentro de una vez una tienda en la que pueda comprar un hierro 5 que
flote y que sepa nada hasta la orilla de los lagos. Me han dicho que las marcas llevan tiempo trabajando en ello.