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David Salgado escribe sobre el miedo en el golf y las expectativas

Tú es que no conociste a Curro Romero…

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David Salgado.

Martes, 19 de octubre. 11:05 horas. Real Club de Golf de La Coruña. XXXIII Campeonato de la PGA de España. Tee del hoyo 10, un par 4 de 381 metros, con una calle estrecha delimitada por una arboleda frondosa a ambos lados y un green defendido por un bunker frontal y otro a la derecha. Hace mucho viento y los árboles se mueven de manera insistente, como movidos por gigantes. Completo mi rutina pre-golpe (swing, “manos por dentro” pienso, swing, “visualiza el vuelo de la bola”, me repito), me pongo sobre la bola, respiro hondo y entonces… llega él, ese viejo conocido. El Miedo.

Nos conocemos desde hace tiempo, y la verdad es que nos hemos venido llevando bien, nos hemos intentado molestar poco. Pero en ese momento, en ese primer driver, se presenta con fuerza, me agarra y atenaza, resultando en una bola bloqueada a la derecha, directa a los árboles, que por suerte sale rebotada y vuelve a la calle a unos 220 metros del green (he recorrido apenas 140 metros en este primer golpe).

Mientras que mis compañeros de partida completan sus salidas analizo, en silencio, respirando hondo y sin manifestar emoción alguna, qué ha sucedido: “Desde la pandemia no he podido casi competir. Aunque en este tiempo varios patrocinadores (benditos sean) han apostado por mí, así que al menos durante los próximos meses el dinero no debería ser un problema. Ahora vienen cuatro semanas importantes de competición, empezando con el Campeonato del PGA esta semana, el de España la que viene y después la Escuela del Alps. ¿Y si no lo hago bien qué pasará con los patrocinadores? ¿Y si no soy tan bueno como pienso?”

Entonces me acuerdo de una frase que me repite mucho un buen amigo. “No es más valiente el torero que no siente miedo, si no el que sintiéndolo sale ahí, se pone delante y se la juega despacio y con gusto. Tú es que no conociste a Curro Romero, el torero más valiente de la historia…”. Y de pronto, me encontré sonriendo camino a la bola y pensando: “es cierto, existe la presión, pero los patrocinadores no condicionan su apoyo a resultados inmediatos. Es normal que esté un poco rígido después de tanto tiempo, estoy entrenando bien y sí soy tan bueno como pensamos en el equipo, tengo que relajarme y divertirme jugando”.

Y así, de repente, igual que vino, el miedo se marchó. Hierro 4 en las manos, buen impacto y bola al centro del green para hacer dos putts y acabar con un meritorio par… A partir de aquí el día se complicó, y mucho, y acabé la jornada con un +9 acumulado (únicamente hubo una vuelta bajo par), pero el resultado ya no lo justifica el miedo. Hay días que no salen las cosas y no hay que darle más vueltas.

Esta sensación que experimenté es compartida por la gran mayoría de deportistas profesionales: miedo a no cumplir las expectativas de terceros y sobre todo propias, miedo a no aprovechar la ocasión. Por eso es tan importante entrenar la parte mental del juego y aceptar que existen una gran variedad de factores que no dependen de uno mismo y que marcan la diferencia entre un día bueno y uno malo. Es importante confiar en el proceso y saber que el esfuerzo continuado suele dar frutos. Y sobre todo reconocer y gestionar el miedo y la ansiedad para poder dar lo mejor de nosotros mismos.

Al final voy a tener que investigar y saber más sobre ese Curro Romero…

David Salgado, es jugador profesional de golf y competirá en la Escuela Clasificatoria del Alps Tour entre el 4 y el 10 de noviembre.