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Volver a empezar

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Puesta del sol en el hoyo 18 del Al Mouj Golf. © Golffile | Thos Caffrey
Puesta del sol en el hoyo 18 del Al Mouj Golf. © Golffile | Thos Caffrey

El primer llanto, el primer roce, el primer abrazo, la primera palabra, hablada y luego escrita, el primer paso, el primer beso, el primer te quiero. Ahora que para muchos todo termina, haríamos bien en recordar que la vida es una sucesión de comienzos, que esta interrupción coronavírica que los ortógrafos discuten si la definen mejor los paréntesis o los puntos suspensivos no deja de ser la extraña oportunidad que la vida nos brinda para empezar de nuevo. Como personas y como sociedad. A la fuerza y obligados por las circunstancias, dirán ustedes, y no les quito la razón. Por mucho que el “esto no puede estar pasando” impregne la rutina, por mucho que nos invada la sensación de irrealidad apabullante, habrá que empezar de nuevo.

Podcast exprés: Una charla de cuarentena con el Pirata Otaegui

Decía Mark Twain que la verdad es más extraña que la ficción porque la ficción ha de tener sentido, una máxima que se pone a prueba en todos los noticiarios recientes. Extrañas también son ciertas actitudes en estos tiempos, como el cinismo del que hacen gala quienes necesitan solo del alimento de su ego para sustentarse. No tienen problema en aparcar la empatía (quizá carezcan de ella por completo) y desde la posición de superioridad que les da su elitismo se dedican a evaluar si los demás son estúpidos o ridículos por mostrarse cercanos, por aplaudir a quien se esfuerza o por reconocer méritos a los trabajadores más especializados y a los más humildes… Por ser humanos, en última instancia. Tampoco me olvido de los expertos de salón, de los apocalípticos, de los inconscientes, de los destructivos, de los futboleros (en el sentido sociopolítico de la palabra; es decir, de aquellos que no saben ver más allá de los colores de sus amores, suceda lo que suceda) o de los despreocupados por la suerte ajena.

Esta crisis, como el golf (y permítanme la comparación frívola), es una vara de medir perfecta e inmisericorde que mostrará a cada cual como es. Decía Grantland Rice, maestro del periodismo deportivo, que dieciocho hoyos decían más de un rival que dieciocho años de convivencia en la misma oficina, y Paul Gallico, periodista y novelista conocido por La aventura del Poseidón, se unía al club al defender que el golf saca a la vista todo lo malo que un hombre lleva en su interior. Aplíquese lo mismo a las reacciones del personal en estos días complicados, aunque yo le restaría pesimismo a la afirmación de Gallico: también hay quien da ejemplo sobre calles y greens.

Los campos de golf podrán seguir haciendo labores de mantenimiento

El golf, como deporte, divertimento e industria ha quedado aparcado. Así debe ser, aunque su carácter de “actividad no esencial” ponga en peligro la viabilidad futura de muchos puestos de trabajo en distintos ámbitos. En el plano competitivo, los circuitos han actuado con rapidez y los jugadores han dado ejemplo, aunque la incertidumbre sea absoluta y el futuro a medio plazo se parezca a un puzle en el que sobrarán bastantes piezas. En el aspecto empresarial, cabe recordar que el golf es un deporte peculiar (y, por lo tanto, mucho más vulnerable a estos vaivenes), ya que su salud va íntimamente ligada a la viabilidad como negocio de las instalaciones donde se practica. No conviene olvidarlo, aunque las prioridades inmediatas, como es lógico, ahora mismo sean otras.

El aspirante (un relato de ficción) Capítulo nueve: Negro, de arriba abajo

En las últimas semanas se está rescatando con frecuencia una cita de Xavier de Maistre, soldado y escritor saboyano que aprovechó un arresto domiciliario para narrar con tino y prodigiosa imaginación un viaje imaginario. “Me han prohibido recorrer una ciudad, un punto; pero me han dejado todo el universo: la inmensidad y la eternidad están a mis órdenes”. Mientras llega el momento de volver a pisar verde, de pinchar bola o de asistir a un torneo de golf, hagamos lo que nos piden y sigamos el ejemplo del literato: quedémonos en casa (salvo que desempeñemos alguna de esas labores consideradas esenciales) y aprovechemos para disfrutar de los siglos de historia que tiene el deporte que nos une, leamos acerca de sus héroes y hazañas, conozcamos mejor sus campos y profundicemos en sus raíces. Alimentemos nuestras ganas de regresar, de disfrutar, de empezar… una vez más

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