Qué bien me lo he pasado esta semana jugando en casa, en el Benahavis Masters que se ha disputado en La Quinta. Es fantástico. El campo estaba genial, con mi gente, mi familia… Ahora bien, vaya cosa más rara me ha pasado. Nunca me había sentido así en un campo de golf…
Hablo de la ronda del sábado. De verdad os lo digo, iba por el campo y no daba crédito, no me lo podía explicar. Me sentía mal, raro, incómodo, no sé ni cómo explicarlo. Jamás había sentido algo así durante una vuelta. Nunca. Y no lo digo sólo porque el resultado fuera malo… Eran más cosas. Pegué golpes que no sabía de donde salían. Muy malos. Con todos mis respetos, algunos fueron golpes de hándicap 36. Además, cada golpe malo se me quedaba en una posición peor. Y si daba uno bueno, algo pasaba para que empeorara. Extrañísimo. Era como si todos los diablos me estuvieran persiguiendo. No sé…
Por suerte, al día siguiente todo cambió. Y eso que empecé por el hoyo 10 con bogey. En el 12 hice birdie y en el 14 un eagle muy bueno… Ahí ya me dije: “bueno Juan, ya parece que llueve menos en la casa del pobre…”. Y la verdad es que juegué muy bien el domingo. Además, saltó el viento, que es lo que yo quería para poder subir unos buenos puestos en la clasificación. Hice dos birdies más y un eagle al 1 también muy bueno. Dejé la bola a tres metros. De un día para otro todo había cambiado. Empezó a salir el juego que llevo haciendo toda la temporada.
Terminé además con un sabor de boca muy bueno. Hice dos birdies al 8 y al 9. En el 8, precisamente, fue donde se lió mi buen amigo Constantino Rocca. Hizo 7, cuádruple bogey. Ojalá se lo hubiera podido cambiar por mi birdie porque habría estado peleando por el torneo.
Cuando terminé se me acercó Mark James bromeando y me dijo al ver el 64 en mi tarjeta: “qué Juan, hoy has jugado sólo 13 hoyos o qué…”. (Jajajaja) La verdad es que jugué muy bien. Des Smyth, que venía conmigo, me dijo que podría haber hecho algunas menos.
Alguno de vosotros os preguntareis que cómo puede haber 14 golpes de diferencia entre una vuelta y otra con sólo 24 horas de separación. Pues ya veis cómo es el golf… La noche del sábado estuve mucho tiempo pensando, dando vueltas a la ronda, intentando averiguar qué había podido pasar… Al final, me fijé en lo mal que había pateado y decidí probar una cosa en el putting green el domingo. Tan simple como que había pateado con las manos muy atrasadas y la bola salía para todos los lados. Así que decidí adelantarlas y mano de santo. La bola volvió a rodar muy bien. Así de fácil. Es lo único que cambié.
Aprovechó este blog para daros las gracias a todos los que estuvisteis en La Quinta apoyando. Fue un ambiente sensacional. Por cierto, la próxima semana jugamos el Campeonato de España de Profesionales Senior. Volveremos a ir a por todas…
