Inicio Blogs Raquel Wedge La USGA y el Royal & Ancient se meten en un embolado
¿Realmente una bola de vuelo limitado es lo que necesita el golf para su sostenibilidad?

La USGA y el Royal & Ancient se meten en un embolado

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Imagen: https://www.pexels.com/es-es/foto/pelota-de-golf-titrist-cerca-del-hoyo-de-golf-54123/

Para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Es matar moscas a cañonazos. Qué rico es el refranero español y qué capacidad extraordinaria tiene para retratar determinas situaciones. En este caso, estas dos expresiones clavan lo que supone la propuesta de limitar el vuelo de la bola realizada por la USGA y el Royal and Ancient. O se nos está escapando algo que no han sido capaces de explicar o la medida es innecesaria, inútil e incluso absurda.

Les ponemos en antecedentes. Los dos principales órganos de gobierno del golf mundial, conocidos como los garantes del juego, han presentado una nueva Regla Local de uso opcional para profesionales y torneos amateurs de máximo nivel con el objetivo de limitar el vuelo de la bola. Es decir, para hacer menos distancia. La razón fundamental de lanzar esta medida, para ellos tan necesaria, dicen que es la sostenibilidad del golf. Si no se limita la distancia se van a necesitar campos cada vez más largos, por lo que se aumentarán los costes de agua, mantenimiento e incluso personal.

Entonces, para evitar, a su entender, este ‘desmadre’ hacia el que se dirige el golf se decide que lo mejor es obligar a las marcas a fabricar una nueva bola únicamente para uso en torneos profesionales y amateurs de élite. Es decir, para ellos la revolución de la sostenibilidad en el golf pasa por la idea de que los fabricantes inviertan una buena cantidad de millones de I+D para el desarrollo de una bola que van a utilizar un porcentaje ínfimo de la población golfística mundial y que, además, no se va a poder vender. ¡Viva la sostenibilidad!

Según un último estudio realizado, precisamente, por el R&A en el mundo hay ‘censados’ 66,6 millones de golfistas, de los cuales unos 30.000 son profesionales. Esto supone menos del 0,5 por ciento del total. Si a ellos les unimos los amateurs de élite, la cifra jamás alcanzaría el uno por ciento. ¿De verdad para este viaje eran necesarias tantas alforjas?

Seguimos para bingo. El objetivo último de esta propuesta es evitar que los campos de golf sean cada vez más largos, pero sólo se va a aplicar a los torneos profesionales y amateurs de máxima élite. ¿De todos los campos de golf que hay en el mundo cuántos acogen con regularidad torneos profesionales y amateurs de máxima élite? De nuevo, nos chocamos contra un porcentaje ínfimo. Moscas a cañonazos.

Dicen la USGA y el R&A que la media de distancia en el PGA Tour ha aumentado un cuatro por ciento en los últimos años. Sobre un driver de media de 300 yardas, esta variación supone entre 10 y 15 yardas más. ¿De verdad por esta variación los campos se quedan obsoletos? Sí, es posible, que le suceda a alguno, pero volvemos a los porcentajes, a cuántos afecta como para poner en marcha una medida que va a descolocar a la industria y va a crear una diferencia entre los profesionales y los amateurs. No parece necesaria.

¿No será mejor, como atinadamente ha comentado en más de una Bola Provisional el gran David Durán, crear una guía para realizar diseños más eficientes de campos de golf? Es decir, ¿no sería mucho más útil enseñar las líneas maestras para construir campos de golf que, pese a la pegada, sigan siendo un desafío para todos los jugadores, incluso los más pegadores? Ahí tienen Valderrama, Riviera, Bay Hill y un largo etcétera de recorridos que no necesitan alargar sus tees para ser tremendamente competitivos.

Además, hay otro asunto que, siendo colateral, ya que no tiene nada que ver con la sostenibilidad de los campos, será curioso de salir adelante esta medida. Unas bolas de golf de vuelo más limitado benefician más a los más pegadores. Recórcholis. Es simple, el mayor pegador del PGA Tour es Rory McIlroy con 326,6 yardas de media y el más corto es Brian Stuard con 270. Si pegan la misma bola, que vuela menos, se va a mantener la misma distancia entre ambos, la diferencia es que de segundo golpe van a pegar más palo. Los dos. Son 50 yardas de diferencia, más o menos unos cuatro palos entre uno y otro. Es decir, donde Rory ahora pega un wedge muy abierto, Stuard pega más o menos un ocho, mientras que con la nueva bola, donde Rory pegará un 8, Stuard podría estar pegar un 4. La diferencia entre pegar un 8 y un 4 es infinitamente mayor a pegar un wedge y un 8. A favor del pegador, claro.

En definitiva, el anuncio de la medida se ha encontrado con un rechazo bastante amplio entre, por supuesto, el sector de la industria, y una buena parte de los profesionales. También hay algunos que la apoyan. Veremos si sale adelante. Ahora se abre un periodo de consultas hasta mediados del mes de agosto y después decidirán si siguen adelante con ella o no. De seguir adelante entraría en vigor en enero de 2026. Después, claro, hay que ver lo que dicen el PGA Tour, el DP World Tour, Asian Tour y el resto de grandes circuitos, así como torneos como el Masters y el PGA Championship. La Regla es opcional. Si ninguno de ellos decide aplicarla, sería rematadamente absurdo sacarla adelante para utilizarla únicamente en el US Open y el US Amateur (los organizan la USGA) y el Open Championship y el British Amateur (los organiza el R&A). Sería ya de pelotas.