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Opinión de Alejandro Rodríguez

Una pregunta fuera de lugar, una respuesta a medias y la propuesta de Mickelson

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Cameron Smith
Cam Smith, Mickelson y Wolff, durante la comparecencia de prensa tras la primera vuelta en Chicago.

Termina la primera ronda del LIV Golf Chicago Invitational. Dustin Johnson es el líder. Cameron Smith es segundo a tres golpes. Buena pinta. Quedan 36 hoyos y apunta a una bonita batalla de golf. Le sigue faltando a LIV el aliciente de la gran competición, de los grandes torneos, de las batallas épicas, los puntos que importan por alcanzar objetivos reales, el ranking mundial, etcétera… Le faltan cosas, de acuerdo. Pero un mano a mano entre Dustin Johnson y Cameron Smith a 36 hoyos siempre puede ser divertido, aunque a día de hoy no sea demasiado importante.

Como suele decirse, la ocasión la pintan calva. Se la han puesto botando. Es una gran jornada para volcarse con el resultado, la batalla entre esos dos grandes jugadores, la competición, sacarle a los profesionales buenas historias sobre su vuelta, sus decisiones, sus golpes… A cambio, la comparecencia triple de Mickelson, Cameron Smith y Matthew Wolff da vergüenza ajena. O eso o yo me he hecho mayor. Lo siento.

La rueda de prensa gira en torno a constantes comparaciones con el PGA Tour, un autobombo a LIV que roza la estulticia, implantes en los gemelos, cortes de pelo a lo Cameron y una pregunta que está absolutamente fuera de lugar. Nos referimos a la primera que le plantean a Smith, segundo clasificado, insisto.

Literal: Cam, I was just wanting to reflect on you being the 150th winner of the Open. I know you had spoken about how many beers you could fit in the Claret Jug; I think it was two. How many of Rory McIlroy’s tears were you able to fit in it after you won?

La traducción viene a ser: Cam, me gustaría reflexionar sobre el hecho de que seas el 150º ganador del Open. Sé que habías comentado cuántas cervezas eras capaz de meter en la Jarra de Clarete; creo que eran dos. ¿Cuántas lágrimas de Rory McIlroy pudiste meter en ella después de ganar? (McIlroy salió como colíder en St Andrews el domingo y acabó tercero a dos golpes).

La pregunta es inexplicable y lamentable. No tiene ni gracia. Es una falta absoluta de respeto que no viene a cuento y que sólo busca una polémica gratuita y facilona. Vaya nivel.

A Smith la pregunta le pilla por sorpresa, como a cualquiera con dos dedos de frente. Realmente no sabe dónde meterse. Matthew Wolff se retira brevemente del escenario donde atienden como diciendo tierra trágame y Mickelson esboza una medio sonrisa mirando hacia el suelo en clara señal de vergüenza ajena (miren el vídeo a partir del minuto cinco y 12 segundos).

Smith contesta bien, pero a medias. Le dice directamente: «no voy a responderte a eso», después de varios segundos muy incómodos y de alguna risa nerviosa. Sobre la risa, porque la pregunta no tiene ninguna gracia, y se echa en falta más contundencia, al estilo de «me parece que esa pregunta está fuera de lugar».

Obviamente, no se puede culpar a LIV Golf de esa pregunta, entendemos que no se la han pasado al periodista y que ha sido cosa suya, pero quizá sí se le puede culpar de rodearse de jaleadores, aduladores y propagandistas. Estas cosas no ayudan en nada a mejorar la imagen del circuito.

Más allá de esta anécdota, desde mi punto de vista muy desagradable, Mickelson volvió a poner encima de la mesa la necesidad de que el PGA Tour y LIV Golf unan sus fuerzas. Es loable la propuesta de ‘Lefty’, aunque quizá debería preguntar en LIV si esa es realmente la intención de Golf Saudí. ¿De verdad quieren coexistir con el circuito americano y el europeo? ¿De verdad quieren formar parte del ecosistema vigente del golf mundial?

Si es así, no lo han demostrado, y el gran ejemplo son las Aramco Team Series del Ladies European Tour. Eso sí es coexistir. Eso sí es plantear un producto que tiene cabida en el ecosistema actual. Eso sí es buscar la unión y la fuerza y no la división y la destrucción del rival. Es encajar un número de torneos en el calendario vigente. Lo otro, lo que ha hecho LIV, es crear un circuito paralelo contratando a golpe de talonario a las estrellas que han podido sin generar una auténtica competición. ¿No habría sido mejor para los saudíes plantear una serie de 4-5 torneos al estilo de los Campeonatos del Mundo dentro del calendario del PGA Tour y del DP World Tour con unas muy buenas bolsas de premios y a partir de ahí ir creciendo?

Eso sería el planteamiento de alguien que quiere coexistir. Lo otro es crear un circuito rival y como tal lo único que queda es competir por ver quién sobrevive en las mejores condiciones. Y están en su derecho de hacerlo, ojo, pero que no vengan con el cuento de que son los otros los que no quieren coexistir.

Malo para el golf, sin duda. Al menos, hasta que se aclare todo el panorama de los Grandes y el ranking mundial y sepamos realmente cómo queda el escenario.

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