El español, animado, se queda a un palmo del top ten en Ibaraki en el triunfo de Fujita
Reflexión, meditación, silencio, aprendizaje, conocimiento de uno mismo… Japón es un lugar para perderse, buscarse y reencontrarse, como le ha sucedido a alguien que ha caminado sin rumbo durante algunos meses…
Javi Colomo (-1) no ganó la Copa del Diamante, rozó el top ten, fue decimoséptimo (su mejor resultado de 2014 en el circuito) y se marchó del Ohtone Country Club paladeando nuevas sensaciones, rezumando optimismo, atisbando la luz para afrontar con motivación lo mucho que hay en el horizonte en el Asian Tour. Japón todo lo puede.
“Ha sido una semana maravillosa”. “Es uno de esos torneos que dan pena que se acaben”. “He aprendido muchas cosas y he puesto en práctica algunas que llevo tiempo trabajando y empiezan a funcionar”. Son algunos pensamientos puestos por escrito por el extremeño al final de los 72 hoyos, cargados de buena energía y arrinconando la negatividad que arrastraba hasta pasado el mes de julio. Está en el proceso adecuado para salir del túnel.
En su peor vuelta en cuanto a calles cogidas (5/14), el español igualó los 70 impactos de las dos rondas iniciales y embocó en dos ocasiones fuera del green, sin el putter en las manos. El viento ha virado. Tres birdies y un bogey en los primeros nueve hoyos eran un gran bagaje para pensar en grandes logros. Colomo pinchó en el 10 aunque recuperó el golpe en el 11, pero ya no pudo hacer más birdies al necesitar hasta el final dos putts por hoyo, costándole otro bogey en el 17 para concluir, feliz, con -1. Sube más de 30 puestos (62º) en el ránking del Asian Tour, un acicate para mirar al futuro con otra cara.
El chino Liang (-2) no se coronó en el enemigo Japón al sumar 74 golpes y caer a la novena plaza. La victoria fue para un local, Hiroyuki Fujita (-6), quien con cinco menos levantó el puño al final de la Copa del Diamante. Reaparecía el tailandés Kiradech Aphibarnrat (-4) y casi lo hizo por la puerta grande. Con 67 impactos terminó segundo, lugar compartido con el estadounidense Knutzon y el surcoreano Ko.
