Dice la canción que veinte años no es nada. En el caso del Real Club Sevilla Golf han pasado doce. Doce años desde la última vez que el recorrido de Montequinto, en la capital hispalense, acogió su último gran torneo internacional. En este caso, con permiso de cantantes y poetas, doce años es mucho. Mucho tiempo sin ver al coliseo sevillano vestido de largo. Lo echaban de menos los jugadores, sus familias, sobre todo sus familias, los árbitros, los organizadores y todos los aficionados. El Real es mucho Real, aunque con el paso del tiempo sí es cierto que algunas cosas han cambiado.
La vigesimoquinta edición del Challenge de España, que arranca este jueves, no se parece demasiado a lo que se vio en el Open de España de 2012, torneo que terminó con victoria de Francesco Molinari, años después ganador del Open Championship, y que supuso hasta hoy el punto y aparte para el Real de Sevilla. La primera gran sorpresa, lo más comentado entre las bambalinas del torneo, es el rough. O la ausencia del mismo…
Seguro que todos lo recuerdan. Había muy pocos torneos a lo largo del año con unas calles mejor protegidas que las del Real. Estilo US Open. Alto, denso, jugoso, igualado. Un dolor de cabeza. Aquel rough era una especie de agujero negro. Todos los jugadores lo temían como a una vara verde. En más de una edición, una bola al rough era sinónimo de sacar el wedge, a calle y a otra cosa mariposa… Ni se te pasaba por la cabeza mirar al green.
Este año no hay rough. O muy poco. Algo sí se nota, pero nada como antaño. El campo, en este sentido, está más asequible. Se dice en los mentideros que el ganador estará entre el -20 y el -25. Veremos. Mucho va a depender de lo que ocurra con los greenes. Está haciendo calor en Sevilla. Calor, calor. En principio, la idea es poner duros los greenes a partir del jueves. Duros y rápidos. Se habla de una velocidad en torno a los 12,5 en el stimpmeter. De ser así, si logran alcanzar firmeza y esa velocidad, piensen más en el -20 que en el -25.
Otra sensación que flota en el ambiente es que con el avance de las tecnologías y la tremenda preparación física de los jugadores, el campo se ha hecho algo corto para los profesionales. Para los pegadores, ni siquiera súper, se llega en todos los pares 5 de dos, en algunos casos incluso con hierro 6 o algo menos, y el palo más largo que se ve de dos en un par 4 es un hierro 8, no mucho más.
De hecho, hay un rincón del Real sevillano que aguarda tentador a los más pegadores. Se trata del hoyo 12, un par 4 corto con dogleg a la derecha. De tee a la entrada de green, tirando por encima del dog leg, hay 314 metros. ¿Se atreverá alguien a jugar de uno? Algunas voces señalan a Joel Moscatel, Wilco Nienaber o Lauri Ruuska. Veremos. Si el viento ayuda, no duden que alguno puede probar, aunque el fallo corto por la derecha es casi la muerte.
En definitiva, todos felices del regreso del Real a la competición de máximo nivel y expectantes ante cómo se podrá defender con los avances de hoy en día. El campo, como siempre, como cualquier día del año, está en perfectas condiciones. Vaya gozada. Su regreso es una alegría, un soplo de aire fresco después de algún que otro campo que se ha jugado ya este año en el Challenge Tour…
El Challenge de España será el séptimo torneo internacional que se dispute en el Real de Sevilla. Todo empezó en 1993, poco después de su inauguración, con un Challenge, se jugaron también cinco torneos del Circuito Europeo (un Open de Sevilla, tres Open de España y un Open de Andalucía) y la recordada Copa del Mundo de 2004.