Bocinazo y todos a reponer fuerzas al comedor. Hubo una larga cola el el bufé por el colapso al acabar a la vez en bloque. Quedaba pendiente la confirmación de si la suspensión era definitiva y a los pocos minutos se hizo oficial. Sin prisas, los 45 golfistas (y sus caddies, sus familiares, sus agentes, sus patrocinadores y algún que otro periodista) se sentaron a la mesa más relajados después de un tormento de jornada por culpa del esperado huracán en la primera jornada de la Final del Challenge en Alcudia.
Manu Elvira (+5) estaba algo descontento por retrasar la suspensión, a su juicio, más de lo debido: «No he visto los nueve primeros hoyos tan complicados porque no ha soplado tanto, tanto, tanto, pero a partir del green del 9 y del tee del 10 ha sido una auténtica locura», subraya el líder de la Road to Mallorca. «Podían haber parado perfectamente una hora y media antes y no hubiese pasado nada, pero es lo que hay, la escabechina es para todos y a seguir mañana», relata el cántabro.
Desde luego, no tira la toalla ni mucho menos con seis hoyos aún por delante y 54 más en las tres siguientes rondas. Sabe que no toca otra que dar batalla y no bajar los brazos: «No le he dado tan mal y es verdad que he hecho tres o cuatro tripateos, pero es que patear con las rachas de viento que había era infumable; ahí ha estado un poco la clave y habrá que remar a partir de ahora y a ver cómo acaba el percal», sostiene Manu, que ya adelanta que el viento «no será tan heavy los próximos días».
Iván Cantero (+3) se mueve como pez en el agua cuando el aire repunta, aunque esta vez ha sido demasiado: «Cuando empezamos había viento pero se podía jugar bastante bien, pero a partir del 7 empezó el huracán y ya era supervivencia pura. Estoy a buen nivel, aunque ha habido un momento en que casi no dependía ni de ti porque la bola se la llevaba el aire, una locura, increíble», detalla el asturiano, que tuerce el gesto por haber cometido algunos errores en hoyos asequibles: «Hice doble bogey al 12, una bandera bastante fácil de híbrido y bláster, y he acabado con bogey al 15, un par 4 al que se llega de uno a green, así que no estoy muy contento con el resultado, pero sí con el juego. Me suelo adaptar bien a estas condiciones porque juego una bola muy baja, con poco spin, y no me cuesta mucho sacarla en línea, pero con el putt… hoy era imposible dejarla cerca».
No obstante, el golfista de Llanes sabe que el aire ha castigado a todos y lo ha visto con sus propios ojos: «En el 7, un par 5 muy complicado porque pegas muy en subida, Will Enefer pegó tres bolas a la izquierda y se la llevó el aire 70 metros, y luego ya en el 9 empezó a pegar fuerte y Max Rottluff, desde mitad de la calle con el wedge, la sacó 10 metros por la derecha de la bandera y casi la pierde por la izquierda. Ha sido muy duro», lamenta.
Lucas Vacarisas (+1) esperaba su turno para el almuerzo esbozando una leve sonrisilla. El barcelonés, que viene desde muy atrás (puesto 39º), quería una sangría no sólo en esta primera jornada, también en las siguientes, para activar el modo remontada y quién sabe si obrar el milagro de ser primero o segundo y lograr la tarjeta del DP World Tour: «El día ha estado muy difícil pero estoy jugando bastante bien, muy sólido y no me he metido en ningún problema; más bien al contrario, me he dejado bastantes golpes en los greenes, aunque en estas condiciones es muy complicado patear porque el viento se lleva más la bola o no llegas al hoyo… Entonces he entrado un poco en el bucle de pensar demasiado, he fallado un par de putts cortos, me han costado dos bogeys y se ha suspendido la ronda. Me quedan tres hoyos, me va fenomenal y hasta mañana», dice sereno el catalán.
La experiencia de asomarse por el Club de Golf Alcanada la semana pasada le ha servido de mucho en esta jornada inaugural de la Gran Final: «Me vino muy bien porque cogimos un día con mucho viento, casi parecido a hoy, y aprendí mucho», afirma. ¿Hoy ha salido al ataque o a sobrevivir? «Pues ni lo uno ni lo otro, a hacer mi juego de las últimas semanas. Obviamente, quiero ganar y estar arriba, pero hay que jugar tranquilo», zanja un Lucas más relajado que la mayoría de los rivales que poblaban el comedor.
