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Un espartano de fondo

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José Manuel Lara es un corredor de fondo, de golf. Ese chico de Valencia que ya no es un chico, porque está a punto de cumplir 40 años, del que llevamos oyendo hablar nada más y nada menos que veinte temporadas, sigue peleando día a día, torneo a torneo como si no hubiera un mañana, aunque su carrera profesional, en la que ha subido y bajado la escalera del Tour Europeo, Challenge Tour, Circuito Nacional en varias ocasiones, no ha sido, precisamente, un camino de rosas.

Toda carrera profesional tiene sus altibajos, y más si se trata de un deportista; son trayectorias marcadas por los triunfos, las ilusiones, los objetivos por un lado, pero también lesiones, frustraciones, desilusiones por otro, solo que en cada caso unas caen más en la balanza que otras. La carrera de José Manuel Lara, que esta semana juega un torneo del Asian Tour en Macao para preparar el Hong Kong Open, es lo más parecido a las Spartan Race que están tan de moda.

La Spartan Race es una carrera de obstáculos en la que se pone a prueba la velocidad, la fuerza física, la determinación mental, la capacidad de gestión personal, la fuerza interior y la resistencia, «aquello en lo que persistimos se hace más fácil, no es que la tarea se convierta en más sencilla, sino que nuestra capacidad para llevarla a cabo ha mejorado», asegura el filósofo y escritor Ralph Waldo Emerson.

José Manuel fue uno de los pocos de su generación que ejerció de caddie, y lo fue de su padre, Manuel, quien le inculcó la pasión por este deporte. Fue un grandísimo amateur que coincidió con Sergio García en el Equipo Nacional; juntos quedaron terceros en el Mundial del 96, ganaron el Europeo en el 98 y entre los dos se hicieron con los títulos más importantes de España; compartieron grandes momentos en los campos de golf y también fuera de él, Lara fue quien empezó a llamar a Sergio «El Niño», y se creó una camaradería que perdura a lo largo del tiempo y siguen siendo grandísimos amigos, «de esos que no necesitan llamarse todos los días y saben que se tienen siempre» afirma José Manuel; sin embargo, las comparaciones entre los dos chicos del levante eran inevitables, y con un mismo objetivo entre manos, siguieron dos caminos muy diferentes. Si el de Sergio venía plagado de contratos, el de Lara tuvo más espinas que rosas. Pero nunca bajó la guardia.

A los 20 años se hizo profesional con hándicap +4 y rápidamente dio el salto al Challenge Tour, donde logró su primera victoria nada más llegar, en el Warsaw Open de Polonia en 1998. Sin embargo, y a pesar de rozar la victoria en varios torneos cada año, no llegó al Tour Europeo hasta el año 2001, y la victoria se resistió durante seis años hasta que se impuso en el UBS Hong Kong Open del 2007, año en el que representó a España en la Copa del Mundo formando equipo con su amigo Miguel Ángel Jiménez.

Ganar un torneo, aunque sea de los más cuantiosos del circuito, y ser jugador de la Copa del Mundo no te permite confiar en que todo está hecho, todo lo contrario y José Manuel se mantuvo en el Tour Europeo luchando día a día y viviendo temporadas realmente extremas, como en el año 2010 que, tras fallar 21 cortes (los primeros 8 seguidos y los 9 últimos consecutivos de la temporada), sólo le valía ganar para recuperar la tarjeta… y lo logró en el Open de Austria, imponiéndose a David Lynn en play-off.

A estos obstáculos, lances propios de la profesión, se le han unido otros tantos que no han facilitado el camino, y que van desde tener que hacer un paréntesis para cumplir con el servicio militar, a lesiones de muñeca y espalda con sus consiguientes cirugías, quebraderos de cabeza económicos que han minado esa fuerza interior que necesita un espartano para ganar esta carrera de obstáculos; y sin embargo, jamás se planteó dejar el golf.

Lara es un luchador espartano, de cada bache sale reforzado, aprende de sus errores y de los varapalos a los que se ha tenido que enfrentar, y se levanta de cada bache con la cabeza bien alta y sin perder esa fuerza y esa mentalidad positiva con la que la próxima semana partirá hacia Asia: «si quedo entre los tres primeros en Hong Kong, recupero la tarjeta, y sé que puedo. Y si no, iré a la Escuela para volver el año que viene al Tour», el lugar donde le corresponde y donde se merece estar.