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Una prueba del algodón para el Challenge Tour

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Un 41,37 por ciento de los graduados en los últimos cinco años mantienen la tarjeta tras el primer año en el European Tour

¿Es de verdad el Challenge Tour una lanzadera adecuada para los profesionales que tratan de llegar a los grandes circuitos?

Este es un tema recurrente entre los jóvenes, y no tan jóvenes, que aspiran a ascender de categoría o que tratan de planificar su futuro. Al respecto y sobre la mesa se ponen en los debates algunas cuestiones concretas relacionadas con el juego, que aportan su punto de incertidumbre o polémica. La preparación de los campos, por ejemplo, es el tema estrella.

Hay quien piensa que en ocasiones es demasiado benigna en el Challenge, sobre todo en los que respecta a la densidad y la longitud del rough en las calles y alrededor de green. Hasta el punto que luego, una vez se llega a la categoría superior, se paga caro, ya sea como novato, o bien como jugador que repite presencia en la categoría superior después de haberla perdido en su día.

En este sentido, el de la preparación de los campos, hay que aclarar que se ha dado una lenta pero continua evolución en los últimos tiempos. Cada vez hay más campos (aunque todavía no sean mayoría, ni mucho menos) con una preparación más parecida a la del European Tour.

Tengolf ha elaborado un pequeño y concreto estudio, cuyo resultado sorprende respecto la idoneidad o no del Challenge Tour como puente a los grandes circuitos. Nada como comprobar qué tanto por ciento de jugadores que han obtenido la tarjeta del circuito europeo a través del Challenge, mantenían sus derechos de juego en el European Tour después del primer año. La muestra estudiada se refiere a las últimas cinco temporadas, del año 2009 al 2013, ambos incluidos.

En este tiempo fueron 87 los jugadores que se graduaron por el Challenge Tour y que pudieron jugar un número razonable de torneos en el European Tour para defender su nueva condición. Se excluyen aquellos que por las causas que fueran no jugaron un número de pruebas estimable (normalmente por culpa de las lesiones). Pues bien, de estos 87 fueron 36 los que al año siguiente consiguieron mantener la tarjeta en el European Tour, o lo que es lo mismo, un 41,37 por ciento del total. Sin duda, una cifra más que estimable.

Después, como es lógico, alguno de ellos volvió a perder la tarjeta, la reconquistó o no… Otros se han mantenido incólumes desde su acceso al circuito europeo. La vida misma. Pero la adaptación no fue tan abrupta para muchos como a veces pueda pensarse.


GRADUADOS EN EL CHALLENGE TOUR (2009-2013) QUE CONSIGUIERON MANTENER LA TARJETA DEL EUROPEAN TOUR EN LA TEMPORADA INMEDIATAMENTE POSTERIOR:

AÑO 2009:

– Eduardo Molinari (terminó en 2010 en el puesto 11º de la Race)

– Nicolas Colsaerts (67º)

– Rhys Davies (18º)

– Peter Whiteford (86º)

– Gary Boyd (50º)

– R. McEvoy (101º)

– R. Coles (107º)

– John Parry (51º)

– J. Morrison (61º)


AÑO 2010:

– T. Olesen (48º en la Race de 2011)

– B. Wiesberger (64º)

– Oscar Floren (111º)

– G. Murray (81º)

– J. Sjoholm (107º)

– Lee Slattery (82º)

– S. Jamieson (59º)

– L. Gagli (49º)

AÑO 2011:

– T. Fleetwood (109º en la Race de 2012)

– Ricardo Santos (90º)

– Jorge Campillo (81º)

– M. Baldwin (72º)

– J. Quesne (63º)

– C. Lee (115º)

AÑO 2012:

– K. Broberg (103º en la Race de 2013)

– J. B. Hansen (79º)

– M. A. Carlsson (106º)

– C. Doak (101º)

– E. Pepperell (76º)

– M. Kiefer (73º)

– J. Walters (64º)

– M. O. Madsen (81º)

– Seve Benson (97º)

AÑO 2013:

– Brooks Koepka (8º en la Race de 2014)

– S. Kapur (87º)

– J. Carlsson (98º)

– Tyrrel Hatton (36º)

Conviene en cualquier caso recordar un punto esencial: el proceso selectivo es inherente a la práctica deportiva profesional al más alto nivel, así como la adaptación a cada categoría. Es razonable concluir que cada escalón deba tener sus propias exigencias. A partir de aquí, cada jugador profesional de golf, a través del propio talento y de la capacidad de trabajo que sea capaz de sumar, se labra su propia carrera como mejor sabe, puede y le permiten las circunstancias azarosas de la vida.