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Del subidón, al tierra trágame: Marta Sanz

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Marta Sanz. © Tristan Jones

(Serial para despedir 2019. Nuestros profesionales nos cuentan su peor y mejor momento del año. Del subidón, al tierra trágame. Hay de todo, como en botica).

Marta Sanz ha vuelto a ganar en 2019. Conquistó el IOA Classic, en Florida. Su segunda victoria en el Symetra Tour. No pudo lograr la tarjeta del LPGA, pero sabe que cada vez está más cerca y no va a tirar la toalla en su intento por conseguirla. Como todas, ha tenidos sus momentos buenos y malos. El mejor tiene que ver con el triunfo, como no podía ser de otra manera. La historia tiene miga. Mientras que el tierra trágame es un auténtico tierra trágame. Seguro que todos nos podemos ver identificados en esa situación.

El subidón:

Cuando gané el torneo del Symetra este año, todo el mundo me preguntaba por el putt de dos metros que tuve que meter para ganar el torneo y no salir al desempate, pero ahí la verdadera historia está en el putt anterior a ese… Os pongo en situación.

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El hoyo 18 de ese campo, el Alaqua Country Club de Florida, es bastante complicadito, tenía el hierro 5 en las manos y la bandera estaba esquinada, detrás de los búnkers, con los greenes bastante duros, y no era para atacar. Aún así, me salió un golpe demasiado defensivo y la dejé a principio de green a la derecha. Tenía un putt fácil de 20 metros por encima de un piano que subía y bajaba… Cuando llego a la bola digo Díos mío, la velocidad nunca ha sido mi fuerte, ya que siempre he sido muy agresiva… así que a ver cómo sale éste.

Me puse en el putt y dije, venga va, Marta, lo vas a hacer bien, tienes la velocidad bien toda la semana, así que a por ello. Me coloco, le pego, empieza a rodar y me digo joder, qué crack, en este momento tenso, Marta, lo has tirado perfecto, viéndola subir el piano y digo ostras que la voy a meter y me voy a casa…

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La bola empieza a caer, sigue cayendo, pasa por el bordecito, casi para dada y arranco a andar. No pasa nada, se va a quedar a un palmo, pero la bola sigue rodando, y rodando, y rodando y digo para, para, para… Se pasó dos metros. Fue una de esas conversaciones de locos que tenemos los golfistas y en lo que pasa de todo… ¡El subidón llegó luego cuando metí el putt de dos metros!

Tierra trágame:

Me acuerdo perfectamente de la escena. Fue en el Pro-Am de Beaumont, en el Symetra Tour. Como sabéis, el día antes del torneo jugamos con tres amateurs. Es decir, estás cinco horas o más sentada con uno de ellos en el buggie. No sé si lo sabréis, pero yo no soy la persona con más conversación del mundo, pero bueno, claro, cinco horas con alguien, mano a mano, allí sentada en el coche, pues intentas sacar conversación como sea. No es algo que se me dé muy bien, pero yo pongo todo de mi parte.

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En el hoyo 1 nos sentamos, le pregunto cómo se llama, lo típico, y para el hoyo 2 ya empiezo a sacar algunas preguntas más personales para saber más de ellos y entablar una charla… Total, que le pregunto, ¿tiene hijos? Y me dice, sí, tengo dos, pero la verdad es que se me murió el hijo hace un año en un accidente de tráfico y tal… Y yo, allí sentada, me digo, joé Marta, vaya pregunta… Les ha hecho recordar al pobre hombre algo tan duro…

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Nada, dejo pasar un rato porque aún estaba muy afectado y le vuelvo a preguntar otra cosa típica, en qué trabaja, a qué se dedica… Era un hombre de mediana edad. Y me dice: bueno, la verdad es que me acaban de despedir, estaba muy mal en el trabajo… Y yo ya no sé qué hacer, dónde meterme, allí en el buggie, momento de qué más digo, qué pregunto… Ya no quería comentar nada más. Estuve dos hoyos que no abrí la boca porque no sabía qué decir. Cada pregunta era una metedura de pata… Le hice alguna más que ya no me acuerdo pero me volvió a responder con algo depresivo. Eran las nueve de la mañana y yo decía, muy bien, Marta, ya le has amargado el día a este buen señor y ahora qué le cuento en cinco horas…