Inicio Grandes Circuitos DP World Tour Cae la novena con un arreón histórico y una celebración de Ryder
Crónica de la victoria de Pablo Larrazábal en el KLM Open

Cae la novena con un arreón histórico y una celebración de Ryder

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Pablo Larrazábal posa con el trofeo de ganador del KLM Open 2023. © DP World Tour
Pablo Larrazábal posa con el trofeo de ganador del KLM Open 2023. © DP World Tour

Pablo Larrazábal (-13) ha ganado el KLM Open con una vuelta dominical de 69 golpes y un arreón final sólo al alcance de los grandes maestros del golf (tres birdies, y qué birdies, en los últimos cuatro hoyos). Novena victoria del barcelonés en el circuito europeo, recién cumplidos los cuarenta. Y da la sensación de que lo mejor está por llegar.

Cerraba Pablo enchufando un purito de algo más de seis metros en el 18 del Bernardus Golf y celebrándolo al más puro estilo Ryder, al más puro estilo español. Sacaba el puño, una, dos, tres y hasta cuatro veces, y gritaba hasta casi perder la voz ante la estupefacta y risueña mirada de Rasmus Hojgaard y su caddie, que parecían tomar buena nota de cómo se festeja con verdadera pasión.

Sí, una celebración de perfil Ryder, quién sabe, como si fuera una premonición…

Qué manera de terminar. El desenlace del torneo no podía estar más apretado, con al menos seis candidatos al triunfo en un margen de uno o dos golpes en el último tercio de la vuelta. Y en tal tesitura, cuando la presión aprieta de verdad, emergía de manera rutilante la figura de este inclasificable golfista, que hacía saltar por los aires las ilusiones del resto con una serie rompedora: hacía un birdie galáctico en el hoyo 15, que ha sido el más difícil del día en el recorrido neerlandés, estaba muy cerquita de hacerlo en el 16, otro de los huesos duros del campo, se dejaba casi dado un birdie más en el 17, par 3 con una línea a bandera prohibitiva, pegando un disparo de antología al trapo, bendito hierro 9, y cerraba como ya ha quedado descrito con un birdie más en el 18.

Todo ello, por cierto, en un campo con unos greenes indomables, muy firmes, que penalizaban una barbaridad los malos golpes y complicaban mucho las cosas cuando no se estaba en calle.

Todo ello, también, no lo pasemos por alto, después de haber abierto la jornada de trabajo con un marrón considerable en el hoyo 2, donde se iba al agua de salida y de nuevo con el tercer golpe y todavía estaba a punto de sacar adelante un bogey extraterrestre (su aprochito desde más de veinte metros, después de irse al agua por segunda vez, dejaba la bola asomada al hoyo y firmaba un doloroso doble bogey). Mucha atención: Larrazábal se iba al agua de salida pegando un gancho corto con la madera 7, un golpe muy feo y desconcertante, y a continuación, después de dropar por primera vez, pegando un push terrorífico con el hierro 8 para irse de nuevo al agua… Si tal secuencia no te descoloca es que ya no te descoloca nada. En realidad, tal y como el jugador le reconocía a su caddie, Raúl Quirós, al terminar la vuelta, sus sensaciones durante los primeros nueve habían sido más bien malas, pero el jugador español se iba manejando con oficio, más allá de lo incómodo que se encontraba, y luego dos excelentes purazos de birdie en los hoyos 6 y 7, el primero desde más de nueve metros y el segundo desde unos doce, lo metían de nuevo y de lleno en la pelea.

A su vera, en el partido estelar, marchaba un paciente y concentradísimo Adrián Otaegui (-11), aguardando su momento. No terminaba de encontrar el modo de hincarle el diente al día, pero el vasco, fiel a su modo de ser y de competir, tampoco desesperaba. Así, hasta que derribaba la puerta con un excelente birdie en el 16 y un tirazo en el 17, aunque fuera replicado por el sublime disparo de Larrazábal y luego él no fuera capaz de embocar su putt de algo más de dos metros. Cuestión de réplicas oportunas, en efecto: el donostiarra apretaba cuando más duele y terminaba en segunda posición en solitario tras hacerle un birdie de manual al 18, pero se hubiera llevado el torneo sí o sí, de no haberse topado con un killer de la talla del catalán, inabordable en el actual momento de su carrera cuando enhebra bien la semana.

Ha caído la novena de Pablo y también la séptima del golf español en los dos grandes circuitos en 2023, un año que viene enseñando ribetes de leyenda. Visto lo visto esta misma semana, sin ir más lejos, no es osadía pensar que Otaegui pueda unirse al club ganador de 2023, o que Campillo consiga el doblete, o que incluso Alejandro del Rey se estrene como ganador, más allá del paso al frente que puedan dar otros (los Arnaus, Cabrera Bello, Elvira, Tarrio o Hidalgo,entre otros) en los meses que quedan por delante.

Resultados finales del KLM Open 2023