Gonzalo Fernández Castaño no puede asegurar al ciento por ciento que vaya a volver a ganar en el circuito europeo, ni siquiera después de cerrar una excelente semana en el Andalucía Valderrama Masters. Pero sí puede asegurar, pleno de convencimiento, que a día de hoy, y respecto a los últimos y difíciles años en Estados Unidos, dispone de más y mejores herramientas para conseguirlo y, de paso, dar un nuevo impulso a su carrera.
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Ahora que ha decidido regresar al tajo en el circuito europeo (“siempre lo consideré como mi casa, aunque algunos me vieran como un esquirol cuando me fui”, señala) tampoco se arrepiente de la aventura americana. No ha salido bien, pero en el aspecto vital ha resultado una gran experiencia. Aprendizaje y crecimiento personal. Y para que quede constancia de ello, de momento tiene pensando mantener en Miami su hogar. Será él quien viaje desde allí, de gira en gira, para trabajar en el circuito europeo.
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Viéndolo desde la templanza y la distancia, el jugador madrileño achaca sus problemas en Estados Unidos a una cuestión de confianza. O mejor dicho: de autoestima. Nunca, o casi nunca, llegó a creerse capaz de triunfar allí con las armas que llevaba desde Europa, con el juego que él tenía y al que tanto rendimiento había sacado antes de saltar el charco. “Después de mi primera temporada en el PGA Tour, en la que mantuve la tarjeta, se me ocurrió la brillante idea de despedir a Mariano Bartolomé, mi entrenador, e irme con Randy Smith. Mantengo una gran relación con Randy y él también me enseñó muchas cosas, es un excelente entrenador, pero aquello fue un error”, explica.
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Aquella decisión, en efecto, fue devastadora. Y no precisamente por culpa de Smith, sino por lo que había detrás de ella, llámese complejo de inferioridad, autoestima profesional herida o sencillamente falta de confianza o fe en las propias capacidades en aquel nuevo escenario de pegadores inmisericordes y campos americanos. “En realidad estaba tratando de ser un jugador que yo no soy, en vez de creer en mis habilidades, las que traía de Europa, y potenciarlas”, puntualiza.
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“Yo soy más de tener mi grupo de trabajo de toda la vida, que conoce mi swing y que me ayuda a tenerlo en orden y dispuesto”, añade. Pero es que no se trataba sólo de lo que ocurre de cuerdas hacia adentro. En su estado de ánimo y, por proyección, en su juego, influye mucho aquello que ocurre antes y después de ponerse a jugar o a practicar. En el circuito europeo Fernández Castaño ha recuperado, está recuperando, esa sensación de liderazgo o ‘voz cantante’ fuera de las cuerdas, aunque sólo sea para organizar una cena. El madrileño es de esas personas a las que la ‘actividad social’ le da vida. O quizá es que le ayuda a desconectar cuando más falta le hace. Poco o nada le va a costar recuperar ese perfil de ‘factotum’ en el circuito europeo. Alguien cuya voz cuenta, sea para la cuestión más seria como para la más divertida. Y lo sabe.
