Jon Rahm (+7, vuelta de 78 golpes) ha sucumbido hoy a los efectos de un cóctel letal en la primera jornada del Estrella Damm Andalucía Masters. Veamos cuál es ese cóctel, que entre otras cosas le ha impedido hacer un solo birdie. O de qué está compuesto. Por un lado, el ingrediente base, puro y cristalino: un campo muy exigente, como es Valderrama, en el que ni siquiera un juego consistente y hasta fino te asegura una ronda por debajo del par. Por otro, un viento sólido y persistente de levante, que complica todavía más la estrategia en un recorrido tan técnico y de precisión y que puede multiplicar en progresión geométrica las consecuencias fatales de un mal disparo.
Y hay un último ingrediente, seguramente definitivo: si además tu juego no anda en perfecto estado de revista, como ha sido hoy el caso de Jon Rahm, obviamente los problemas se disparan. No sólo se disparan, sino que en este campo te acorralan, te acogotan, te aprietan, te ahogan.
Lo dicho: en Valderrama, y con viento, cuántas veces hemos visto a estos jugones hacer las cosas casi a la perfección de tee a green en un hoyo cualquiera y terminar sufriendo para sacar el par, sencillamente porque un putt razonablemente bien tirado se ha pasado un metrito y veinte centímetros y ahora hay que enchufar el de vuelta con las perneras del pantalón al viento y en un piso de cristal… Entonces, ¿qué más no va a ocurrirte si encima vas fallando algunas calles y un buen puñado greenes?
Podríamos añadir un cuarto elemento en este cóctel letal, como es el de encima no aprovechar las escasas oportunidades de ‘alivio’ que uno pueda procurarse en tal escenario. El de Barrika ha salido hoy a jugar por el hoyo 10, y en los dos pares 5 de su primera mitad de la vuelta (hoyos 11 y 17) conseguía fabricar dos muy buenas opciones de birdie que finalmente no convertía. “Podía haber cambiado algo la vuelta, la dinámica, si aprovecho al menos una de ellas”, lamentaba el jugador vasco una vez finalizada la ronda.
No es ningún disparate añadir a todo esto el hecho de que realmente parece que el Número Uno del mundo se ha plantado en este tramo del año muy justito de gasolina. No va sobrado de esa energía que en otras circunstancias y momentos le sobra. Y seguramente no sea una cuestión de cansancio físico puro y duro, tal y como se suele entender, sino más bien de que, después de la Ryder, ha llegado a un punto de evidente estrés emocional (el año ha sido tan duro como extraño y fabulosamente excitante para Jon), capaz de dejar vacío o aplanado al mismísimo ‘morrosko’ de Barrika.
Sea como sea, está dispuesto a librar la última batalla a degüello. Podemos dar fe de que él ya andaba haciendo cuentas antes de retirarse a sus cuarteles. Sabe que no tiene ya margen de error, pero también qe una vuelta de uno bajo par bien podría meterlo en el corte. Y a partir de ahí, quién sabe, si es capaz de resetear y de encontrar el último filón de energía para acometer una épica cabalgada.
