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Del ‘tierra trágame’ a un yemazo prodigioso de 261 metros

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Gonzalo Fernández Castaño durante la primera jornada en Dom Pedro Golf. © Golffile | Andy Crook
Gonzalo Fernández Castaño durante la primera jornada en Dom Pedro Golf. © Golffile | Andy Crook

Si las condiciones de juego son buenas, como es el caso esta semana, cualquier profesional que viene a jugar el Portugal Masters ya sabe que necesitará algo muy parecido a cuatro tarjetas de 66 golpes (par 71) para estar en la pelea por el triunfo. El Dom Pedro Victoria Golf Course nunca se ha hecho demasiado de rogar ante aquellos jugadores que cada año llegan inspirados a la cita: en 2015 Andy Sullivan ganó con -23, el mismo resultado con el que ganaba Harrington en 2016; en 2017 Bjerregaard necesitó un -20 y el año pasado Tom Lewis llegaba hasta -22 (en 2014, por cierto, Levy ganaba con un acumulado de -18 en sólo dos rondas, puesto que la lluvia no dejó jugar más).

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Por todo ello, cuando Gonzalo Fernández Castaño (-3) cerraba hoy el primer hoyo de su ronda (salía por el 10 esta mañana) con todo un señor doble bogey apuntado en la tarjeta, el mundo pareció caérsele encima. No olvidemos que el madrileño, además, aspira todavía esta semana en Vilamoura a meterse entre los primeros 117 de la Race, partiendo como parte desde el número 125… No, no era el mejor modo de comenzar ni la mejor declaración de intenciones.

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El trastazo, para más señas, resultaba aún más doloroso por el modo en que se fraguaba, puesto que el doble bogey llegaba después de pegar una impoluta salida al centro de la calle. Desde allí, un wedge demasiado tendido desencadenaba el pequeño desastre, puesto que se volaba el green.

Sin embargo (y casi contra todo pronóstico, para qué engañarse), el rejonazo ya había cicatrizado antes de subirse al tee del hoyo 11, el segundo de la vuelta. El asunto, no cabe duda, tiene mucho mérito y no es nada extraño que el propio jugador se haya sentido especialmente orgulloso de su reacción al acabar la vuelta: GFC respondía con sendos birdies en los hoyos 11 y 12, llevando las tablas rápida y limpiamente al marcador y regresando de este modo a la pelea.

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A partir de ahí, un poco de todo, pero con un juego bastante ordenado. “El juego no está mal, pero de vez en cuando aparecen algunos tiros horrorosos que no sé de donde salen ni por qué vienen…”, comenta el español. Así, hasta llegar al hoyo 5, par 5, el 14 de su ronda, donde iba a darse el gran homenaje. Un pantagruélico y merecido festín: después de pegar un drive más que correcto desde el tee, acertaba con un yemazo con la madera 3 en la calle, a 286 yardas (261 metros) de la bandera, y acto seguido embocaba un putt de eagle desde 13 metros… Luego, todavía iba a tener varias opciones de birdie más que razonables que no remataba, pero tal y como había comenzado la jornada, el 68 final no dejaba de ser un resultado de lo más apañado.

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