Jon Rahm (-16) ha cerrado una más que notable semana en Wentworth con una tarjeta de 68 golpes en la cuarta y última ronda que lo ha llevado a la cuarta posición final. Un registro dominical insuficiente para ganar, es cierto, pero una actuación general convincente, puesto que el jugador español todavía llegaba al hoyo 72 del torneo con una pequeña opción de victoria.
Había arrancado como un tiro, con birdies en los hoyos 1 y 2. Después, una bola con barro en el 3 y un remolino de viento traicionero en el 5 le iban a complicar las cosas, aunque mal haría el español en tomar tales accidentes como excusas válidas, ya que no dejan de ser circunstancias azarosas absolutamente inherentes a este deporte. De hecho, a los bogeys en esos hoyos, 3 y 5, seguirían otros dos más en los hoyos 6 y 7. Todos ellos, por cierto, realmente evitables de haber estado fino con unas recuperaciones que, dentro de la dificultad, tampoco parecían imposibles.
En ese punto, aparentemente todo había terminado para Jon. No sólo porque se hubiera alejado mucho de la cabeza, ocupada en aquel momento por su compañero de partido, Tyrrel Hatton, que iba como una moto (parcial de cinco menos en los primeros siete hoyos), sino sobre todo porque se le veía fuera de ritmo, incómodo y hasta un poco ansioso.
Afortunadamente, con Jon en el campo las apariencias engañan (y hasta las certezas), sobre todo las más negras, aquellas que lo descartan. El de Barrika iba ya muy exigido, pero un eagle de libro en el 12, tras embocar un putt de unos cuatro metros, lo metía de nuevo en el radar, aunque fuera en una segunda o tercera fila. Tenía que seguir apretando y eso es lo que iba a hacer: tirazo en el 13 y birdie casi dado; nuevo birdie en el 16, tras embocar un purito de casi siete metros por pura determinación…
Es probable, casi seguro, que Jon hiciera cuentas en el tee del 17, mientras esperaba su turno para tirar y concluyera que iba a necesitar algo así como un parcial de tres menos en los dos últimos pares 5 que cierran el West course de Wentworth. Eso, para ganar. No anduvo tan lejos, aunque un error en el segundo tiro en el 17 le ponía el objetivo mucho más cuesta arriba. Todavía iba a patear para eagle en el 18 para agarrarse a una última opción de salir al menos a un desempate, esta vez sin éxito.
Jon no ha ganado y, desde ese punto de vista, quizá se sienta decepcionado y hasta escocido por esa serie de bogeys en el primer tercio de la vuelta. Esta clase de super campeones no engañan cuando juran y perjuran que el objetivo, para ellos, no puede ser otro que no sea el triunfo. Pero también se lleva buenas noticias de tierras inglesas. Para empezar, porque se le ha visto de nuevo en las alturas, con algunos problemas o desajustes todavía, de acuerdo, pero dominando y vigilando desde las alturas. Y en los últimos partidos del fin de semana. Y con opciones de victoria, por pequeñas que fueran, en el hoyo 72 de un torneo de campanillas y con una competencia más que acreditada. Nada de esto se dio en los play offs de la Fedex Cup, así que es más que evidente la progresión al alza. Y ahora, si es posible, que tal progreso rompa los techos en la Ryder.
