“Creía que lo había metido”. Son palabras de Jon Rahm a 14 de noviembre de 2023. Se refiere a la sensación que tenía cuando veía su bola rodar en aquel putt larguísimo de eagle que tiraba en el hoyo 18 del Marco Simone en el duelo ante Scottie Scheffler, primer partido de la jornada de individuales de la pasada Ryder Cup.
Han pasado unas cuantas semanas, ahora estamos en Dubai, en el Earth course del Jumeirah Golf Estates, y el jugador español está terminando su ronda de Pro-Am, pero la conversación con el vasco termina llevándonos, cualquiera sabe por qué, a aquel duelo en la cumbre.
Lo de menos es que Jon se acuerde de aquel putt, al fin y al cabo tan importante en el devenir inmediato de aquella Ryder. Se acuerda Jon, se acuerda Scheffler y nos acordamos todos. Lo que llama más la atención es que sigamos rememorando aquel partido y te lo ponga en pie enterito. Cada golpe suyo y el de su rival. Cada putt que tocó bien y lamió el borde del hoyo. Es una charla informal, sin libretas o grabadoras por medio, así que es imposible reproducir con rigor cada comentario, pero la seguridad de Jon cuando chequea el disco duro es tremebunda. Recuerda cada caída, recuerda desde dónde y cómo soplaba el viento.
Minutos después de terminar la ronda, lo retamos. ¿Serías capaz, por ejemplo, de poner en pie la primera ronda del último THE PLAYERS que jugaste? (Señalamos este torneo como podíamos haber señalado cualquier otro). No se trata de que lo haga, hoyo a hoyo, golpe a golpe, sólo de que valore con honestidad, a vuela pluma, si podría hacerlo. Y no lo descarta. ¿Tiene algo que ver esta capacidad con su nivel de concentración? No necesariamente, dice Jon. “Es sólo memoria. Mi padre también la tiene y mi hijo Kepa parece que también”, comenta divertido.
No es una virtud o capacidad exclusiva de Rahm. Hay algunos jugadores que sencillamente la tienen. Tiger Woods, sin ir más lejos. Otros, sin embargo, no te ponen en pie ni la ronda que jugaron ayer, y puede que hasta sea bueno para ellos. Pero se puede ir un escalón más hacia arriba: hay jugadores que, incluso, también se acuerdan bien de los golpes que iban pegando sus compañeros de partido. Jon es uno de ellos…
“A veces, cuando voy jugando con alguien, le recuerdo un golpe que él pegó en tal situación, en tal hoyo, y se quedan muy sorprendidos”, añade el de Barrika. No es sólo lo que él va viendo en el campo, también cuentan las horas de retransmisión televisiva, por supuesto.
Ni siquiera Jon tiene claro que esta capacidad pueda ayudarle a él para algo en el plano profesional, aunque es razonable deducir que así sea en momentos puntuales. Es evidente que a él el ‘exceso’ de información no le inoportuna, más bien lo contrario. Mientras camina por la calle del 18 del Earth course saca a pasear de nuevo la ametralladora: dónde estaba su bola después del golpe de salida el domingo del año pasado, aquella otra vez que la bola botó en el puente, se le quedó impoluta y larguísima, y cómo luego tenía un hierro 6 en las manos para tirar a green; esa otra vez que tenía aparentemente muy bien puesta la bola en el rough de la izquierda, pero le salió un flyer terrorífico que afortunadamente llevó la bola por la dirección correcta y se quedó de dos cerquita de green en este par 5 tan largo, cuando él en realidad estaba tirando a colocar…
También se acuerda muy bien Jon Rahm de que nunca ha llegado a esta cita con el juego concienzudamente engrasado, puesto que siempre aterriza en Dubai después de un largo parón. Algunas veces, incluso, se reencontraba con el golf el mismo lunes, ya en el emirato. Su éxito, por tanto (tres victorias en cuatro comparecencias, que se dice pronto), ha tenido más que ver con la frescura mental que con cualquier otra circunstancia, teniendo también en cuenta que es un campo en el que, en efecto, se encuentra muy a gusto. En esta ocasión poco ha variado su proceder, pues no se puso a entrenar a tope hasta pocos días antes de viajar rumbo a oriente medio. ¿Será de verdad capaz este hombre de sumar su cuarto triunfo en el Earth course y en sólo cinco comparecencias?