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Blog de Nacho Elvira sobre un cambio vital en su equipamiento en Sudáfrica

La decisión que empezó a bajar (todas) mis revoluciones

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Ponga una LS en su vida y será más feliz. Bueno, matizo antes de que me tachen de vendedor de crecepelo en el lejano oeste. A mí, desde luego, me ha hecho bastante más feliz. Se lo aseguro.

LS es el acrónimo de Low Spin y responde a la característica de una de las bolas de Callaway, la marca que yo juego. Ahora os explica cómo llegamos a esto de LS.

Llevaba tiempo dándole vueltas a la cabeza porque las sensaciones en el campo no eran buenas. Sí, algunos resultados aquí y allá iban saliendo, pero me estaba volviendo loco porque no entendía el comportamiento de algunos golpes.

Es cierto que cuando fallaba algún tiro, aunque fuera por poco, el error a veces se maximizaba sin mucho sentido. Pero fundamentalmente, el problema era cuando sentía realmente que le había pegado bien, ya sabéis esas bolas con las que te quedas muy a gusto en cuanto salen del palo. Sin embargo, en muchas ocasiones el resultado no era bueno, sobre todo porque me quedaba corto. Hablamos cinco, seis, siete metros… ¿Por qué?

Yo no terminaba de entenderlo y me estaba volviendo bastante loco. Por mucho que sepamos los profesionales, que algo sabemos, al final es imposible no tener dudas y siempre tiendes a pensar que tú estás haciendo algo mal. Aquello no me cuadraba.

Las sensaciones se terminaron de confirmar con números al trabajar en la cancha de prácticas con el trackman. Aquí fue clave la ayuda de Pello Iguarán, mi caddie. Empezamos a pegar golpes. Una bola tras otra. Y lo mismo. Buenos tiros, pelotas bien pegadas… y menos distancia. De pronto, vimos que las revoluciones estaban disparadas. No recuerdo si salían ocho o nueve mil con un hierro 8. Una barbaridad.

Muchas revoluciones implican que le estás dando mucho efecto a la bola (spin) y, por tanto, tus tiros están cogiendo mucha altura. Más de una vez, entre bromas y veras, le decía a Pello: «no, si un día ya verás cómo me da un latigazo cervical de tanto mirar hacia arriba».

Decidimos hablar con Callaway porque pensamos que podía ser de la bola, que esa que estaba usando concretamente no me iba bien. Yo estaba dispuesto a probar cualquier cosa. Resulta que Callaway tiene tres tipos de bola diferente: una que genera mucho spin, otra que genera un spin medio y una tercera de spin bajo. Yo estaba usando la de efecto medio porque pensaba que era la que mejor me venía, pero me plantearon que probara la Low Spin.

Mano de santo desde el minuto uno. Ya en el trackman los números cuadraban. La distancia de mis tiros volvía a ser la habitual. La bola sale un poco más tendida y hace los metros que debe hacer y a los que yo estoy acostumbrado. No crean que la diferencia es abismal, pero sí la suficiente para tener una opción de birdie o no. Para nosotros, la vida. La estoy usando desde el martes del Qatar Masters y me encuentro mucho más a gusto. Al fin, cómodo. Sé cómo van a responder mis golpes y, sobre todo, lo voy a entender, para bien o para mal. De hecho, en Sudáfrica, por ejemplo, jugué mucho mejor de lo que dice el resultado. La bola es la Callaway Chrome Soft X LS.

Si a este cambio de pelota, le unimos que volvimos a ajustar los palos, recortándolos media pulgada, resulta que ahora sí me encuentro muy cómodo en el campo de golf. Las cosas saldrán bien o mal, pero sobre todo sé lo que está pasando. Ha supuesto bajar las revoluciones en todos los sentidos, ya que le estaba dando muchas vueltas a la cabeza.

Y alguno se preguntará… Si no tenía del todo bien los palos y no estaba del todo cómodo con la bola, ¿cómo pudo este tío quedar segundo en Dinamarca y hacerlo tan bien en el Alfred Dunhill Links? Pues tiene su explicación física. Fueron dos torneos con mucho viento en los que agarré el grip más corto y cogí más palo y pegué bolas más tendidas. Al final, parece que todo tiene su lógica, aunque muchas veces parezca una locura. Y lo sea.