Jon Rahm (-7) no ganará este año el Acciona Open de España salvo que este domingo se produzca un milagro de dimensiones bíblicas. No ha habido manera. Lo ha intentado. No ha tirado nunca la toalla, pero el juego hoy no le ha acompañado lo que necesitaba desde la posición en la que estaba. Ya el viernes se había quedado muy lejos y estaba obligado sábado y domingo a hacer algo muy especial. No ha salido. Su vuelta de 67 golpes no es nada mala, ni mucho menos, pero insuficiente para la misión con la que ha venido a Madrid.
Los duendes del golf pueden ser muy puñeteros. Hoy ha jugado peor que ayer de tee a green, pero ha hecho mejor resultado. Es la diferencia entre meter algún putt o no meter absolutamente nada, como sucedió ayer. Empezando por el 1. Lo jugó de libro y alimentó el sueño de una gran remontada. Cogió la calle, tirazo a green y putt de un metro y cuarenta y cuatro centímetros para birdie. El viernes no consiguió meter ningún putt desde esa distancia. El más largo fue más corto.
Sin embargo, a partir de ahí no ha estado bien con el driver. No ha cogido ya una calle hasta el hoyo 7. Caía un bogey en el 2, obligado a sacar a calle tras fallar por la izquierda. El sueño se desinflaba pronto. Quién sabe si de haber entrado ese putt de par de seis metros que ha tirado de maravilla en ese hoyo todo hubiera cambiado. Es posible. Los duendes.
A partir del 7 sí ha jugado realmente bien hasta el hoyo 12. Han sido cinco opciones de birdie, más o menos razonables, de las que sólo han entrado dos, en el 8 y en el 10. En el 7, par 5, tripateaba tras cazar el green de dos. Que no. Que no había manera.
Desde el 13 ha vuelto a sufrir desde el tee. Ha salvado un gran par desde el búnker en ese hoyo y acto seguido se le cerraban todas las puertas de una posible victoria. Ha sido en el 14. En el par 5. En el hoyo que mejor rendimiento ha tenido Rahm a lo largo de su carrera en el Club de Campo Villa de Madrid. El hoyo donde había hecho birdie o eagle en todas sus comparecencias hasta ayer.
Trece veces lo había jugado y siempre le había rascado algo. Ayer hizo par y hoy le ha castigado con un birdie. «He ido a por todas porque no tenía nada que perder y no ha salido bien. No sabía que ese árbol me podía entrar en juego», explicaba Jon al acabar. Se ha pegado con los árboles tres veces seguidas, de salida, en el segundo golpe y en el tercero. Después ejecutaba un globo maravilloso para dejarse una opción de salvar el par, pero no ha entrado. Bogey y el sueño de la remontada frenado en seco. The End. Qué puñeteros pueden ser los duendes del golf, precisamente en su mejor hoyo de siempre, se le cerraban ya todas las puertas.
Jon no va a ganar el Open de España, pero siempre deja algo, siempre se las arregla para que merezca mucho la pena seguirle. Hacía birdie en el 15 con un segundo tiro magistral, salvaba un par espectacular en el 16 tras fallar la calle y acababa con otro birdie más en el 18 para firmar ese 67 final. No sólo se queda muy lejos de los líderes, sino que tiene a demasiados jugadores por delante como para pensar en la épica. Esa diferencia de dos golpes en el 14 ha podido ser definitiva para pensar en la victoria. Quién sabe si con -9… Pero hoy no podía ser.
Dicho esto. Seguro que el domingo lo vuelve a intentar, tratará de lanzar un último ataque y a ver hasta dónde le llega. Él, por supuesto, seguía pensando en victoria, aunque sabe que es muy difícil. «Ojalá no se me vayan mucho los líderes y a ver qué podemos hacer. Al público sólo le dijo que espero que lo mejor esté por llegar», sentenció.
