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La autoestima de Miguel

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Si esta mañana 'aconsejábamos' a Edoardo Molinari (-11) que dejara algo para la Ryder, después de marcarse un -6, ¿qué tendríamos que decirle entonces a Miguel Ángel Jiménez, cuando resulta que ha firmado esta tarde un 61 en Crans-Sur-Sierre, pateando además con agresividad en los tres últimos hoyos en busca de ese 60, o quién sabe si algo más?

El español, claro, es líder en solitario del Omega European Masters con un acumulado de -14 y tres golpes de distancia sobre los dos italianos, Edoardo Molinari y Matteo Manassero. Jiménez hasta se ha permitido el lujo de garabatear una tarjeta maravillosamente simétrica: un eagle y tres birdies por los primeros nueve, y otro tanto por los segundos.

Ante exhibiciones de este calibre, ¿con qué te quedas? ¿Qué se puede destacar si prácticamente todo su juego ha estado impregnado de excelencia y se ha ejecutado con un ritmo prodigioso? Así y todo no queda más remedio que destacar un golpe por encima de todos los demás…

En el par 5 del hoyo 14 Jiménez se enfrentaba a un segundo tiro a green de 234 metros si quería dejarse una opción de eagle, bien situado en la calle, pero disparando a una bandera más bien corta, situada justo detrás de un bunker. La madera 3 fue perfecta, dibujando la trayectoria al milímetro, alta y poderosa, de tal modo que al aterrizar por centímetros justo pasada la trampa de arena, la bola se acercaba mansamente al agujero hasta el punto de dejar dado el eagle. Una obra de arte. Profunda y serena. Brillante.

Molinari está que arde. De moda (VER CRÓNICA DE LA MAÑANA). Aunque no nos guste demasiado esta expresión aplicada a un deportista que está destinado a ser algo más que una moda pasajera. Pero lo de Jiménez es digno de estudio. Los años pasan, pero él siempre encuentra el modo de volver, de estar ahí, de jugar los fines de semana en los últimos partidos, un mes y otro, un año y otro, semana a semana, ya sea en el circuito europeo, en campeonatos del mundo o 'majors'.

¿Y quieren conocer ustedes la raíz de semejante poder? No es otra que su impagable autoestima. El enorme concepto que tiene de él mismo como golfista. Semejante aptitud (y actitud) es un tesoro en manos de un deportista de élite, sobre todo en una actividad condicionada por esa línea, a veces casi imperceptible, que separa el equilibrio estable del descuadre emocional y psíquico más patético.

Crans-Sur-Sierre le debe algo a Miguel. Y se lo debe ya. Son 21 años acudiendo fiel a la cita. Son dos segundos puestos y no se sabe cuántas veces más entre los diez primeros. Son una pila de sinsabores dominicales sospechando que otro año más el triunfo se iba al limbo.

Nacho Garrido (-6) también se ha movido en la buena dirección. Segundo 68 de la semana y ya está entre los diez primeros. El ritmo de los de cabeza (la respuesta del pipiolo Manassero ha sido potente: 67 golpes) ha alejado mucho la cabeza, pero hay mucho todavía que cazar en este bello paraje suizo. Alejandro Cañizares (-4) ha sufrido lo suyo para acabar hoy al par, con algunos problemas de tee a green y cierta irregularidad en las recuperaciones. Está a tiempo de enchufarse.

José Manuel Lara (PAR) ha librado una imponente batalla para recuperar el terreno que perdió ayer, pero su buen resultado de 67 golpes no ha sido suficiente. Se ha quedado a un golpe. No es su año: todo lo que puede salir mal termina haciéndolo. Y con cierto recochineo, porque hoy, objetivamente, Lara ha merecido meterse en el fin de semana.Francis Valera (+5) tampoco ha podido meterse.

Crans-Sur -Sierre es un campo corto, mucho más si tenemos en cuenta el vuelo interminable de la bola a semejante altura, pero puede llegar a hacer mucho daño si no eres preciso. Que se lo pregunten a Oosthuizen, ganador del British, o a Noren, defensor del título, que se han quedado fuera del corte.

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