Kisko Pérez iba subiendo ayer la empinada cuesta de la calle del hoyo 15 del Champions course del Keene Trace Golf Club de Kentucky con la bolsa al hombro y unos metros por delante de su jefe Ángel Hidalgo. Justo al llegar al cambio de rasante, y ahora sí con perfecta visual del green, descubre que la bola está a menos de un metro del hoyo para eagle, se gira y le dice a Ángel: «1-0». El jugador se ríe. Es la primera jornada del Barbasol Championship, torneo compartido por el PGA Tour y el DP World Tour.
«Todo el mérito del eagle hay que dárselo a Kisko. Ahí poco tengo yo que ver. Mientras estábamos preparando el segundo golpe, tuvimos una discrepancia. Yo le insistía que me parecía un hierro 4 suave y él me decía tajante que no, que era un hierro 5 a saco, sólido. Así estuvimos varios segundos. Que si sí, que si no. Yo no lo terminaba de ver. Había unos 200 metros a la bandera. Finalmente, lo vi tan convencido que pegué el hierro 5 a full y salió perfecta. Todo el crédito para él», asegura Hidalgo a Ten Golf.
Si alguna vez tienen la oportunidad de seguir una ronda de golf con Ángel y Kisko, no lo duden. Es un espectáculo digno de verse. Más allá de lo divertido que puede ser el golf del jugador de Las Brisas, diferente, escapista y con magia, más o menos al estilo de Pablo Larrazábal, las interacciones entre ambos llegan a ser desternillantes. No faltan los tiritos y los piques. Siempre, o casi siempre, con una sonrisa. Se lo pasan bien.
Hidalgo aceptó encantado que Kisko se pusiera por delante en el marcador con ese golazo en el 15, pero la cosa no iba a quedar ahí. Apenas dos hoyos después, segunda (no hubo más) discrepancia del día. De nuevo en un segundo golpe. Hoyo 17. Había unos 100 metros al hoyo. Kisko defendía que el palo era el wedge de 56 grados, mientras que Hidalgo veía claramente el 60 grados. Esta vez se impuso el criterio del jugador y la bola acabó a un metro del hoyo. Birdie fácil. «1-1», fue el único comentario que le hizo Ángel. Más risas. Se lo pasan bien, y es uno de los secretos del buen rendimiento de Hidalgo desde que se pasó a profesional. Todos los jugadores necesitan disfrutar en el campo, pero unos más que otros, y Ángel es de los que más.
Fue un empate que dejó a los dos más que satisfechos, un reparto de puntos que les servía, aunque Hidalgo introduce un matiz importante. «Bueno, acabamos empate si hablamos sólo de elecciones de palo, pero si metemos en la ecuación los putts y las lecturas de los greenes, entonces ahí tengo que decir que Kisko me gana por goleada. Soy incapaz de ver una caída. Pero hasta putts de un metro que yo le digo muy seguro: «borde derecho del hoyo y firme», y me responde «anda, anda, tira al borde izquierdo y templado… Y tiene razón siempre. Es de locos», señala riéndose el golfista formado en Guadalmina.
Son las intrahistorias que ocurren en mitad de una vuelta de golf y que no se ven por televisión. Veremos cómo acaba el partido cuando finalice el Barbasol. Sea cual sea el resultado, de lo que no cabe ninguna duda, es de que será con una sonrisa.
