Jon Rahm tenía claras las cuentas. Lo dijo el sábado por la noche a sus más allegados. Si llego a -20 gano el torneo. Así ha sido. La victoria en el Acciona Open de España se ha cerrado en -19 con un desempate entre Rafa Cabrera Bello y Adri Arnaus. Pero claro, para llegar a esa cifra necesitaba un día espectacular. Concretamente, debía entregar una tarjeta de 62 golpes. Para eso tocaba jugar muy bien de tee a green y tener una gran jornada de putt. Lo primero lo ha conseguido, pero le ha faltado lo segundo. «No recuerdo la última vez que en una cuarta ronda he dejado tantos putts cortos», confesaba después de la ronda. «Al menos llégala, si no es imposible», le decía a Adam Hayes, su caddie, a salir del hoyo 9.
La clave de la vuelta de Rahm ha estado al principio, concretamente en los hoyos 3, 5, 6 y 7. Ahí Jon ha tenido la oportunidad de empezar muy fuerte, pero el putter y algún momento de mala suerte se lo han impedido. En el 3 su putt de birdie rozaba el borde derecho del hoyo, en el 5 se quedaba corta colgando, en el 6, más de lo mismo, y en el 7, un drive de salida que no eras malo del todo, a unos dos metros a la derecha de la calle, dejaba su bola muy cerca de un árbol, no le permitía hacer el swing completo y su segundo golpe terminaba aún peor, pegada a otro árbol. Era el segundo bogey del día en un hoyo donde más de uno ha hecho eagle. No era el día de la remontada épica. No tocaba.
Rahm ha seguido luchando, lo ha intentado hasta el final, jamás ha bajado los brazos. No lo hace nunca y mucho menos lo iba a hacer ante una afición española completamente entregada. Las ovaciones han sido constantes, las muestras de ánimo, inasequibles. Un espectáculo. Rahm ha terminado frustrado. Así lo reconocía. Nada el hacía más ilusión que devolver con una victoria el enorme cariño de la gente. Quería hacer historia. Quería ser el segundo español que gana el Open de España tres veces consecutivas. Pero esto también es cultura de golf. Rahm enseña incluso en las derrotas. El Número Uno en golf es un jugador excepcional, pero nada le garantiza la victoria semana a semana. Cualquiera puede ganar un torneo. «Lo del público ha sido muy bonito. Creo que había menos gente que hace dos años, pero el ambiente ha sido muy especial, muy futbolero. Sólo me ha faltado ver a Manolo el del Bombo», aseguraba al terminar.
Lo bueno del golf es que te permite revanchas muy rápido. Jon tiene una la próxima semana, en el Estrella Damm Andalucía Masters. Le espera Valderrama, el escenario por el que empezó a jugar al golf. Toca frotarse las manos porque no hay nada más hambriento que un Rahm con ganas de revancha.
