Matthieu Pavon rompió a llorar al poco de embocar el último putt del Open de España, donde se ha impuesto gracias a su dominio absoluto de principio a fin. El jugador galo se emocionó al recordar a su abuelo. «Estoy muy emocionado porque mi abuelo murió hace poco, ya no está aquí, y estaría muy orgulloso de mí. Era de Madrid y tuvo que abandonar España por Franco. Y él es muy responsable no sólo de que mi padre fuese futbolista sino también luego de llevarme a los campos para que yo pudiera ser profesional de golf», apunta.
Pero también lloraba por el sacrificio de lograr su primer triunfo en el DP World Tour tras 185 intentos en el Tour. El mensaje del tatuaje que lleva en la mano derecho significa eso exactamente: «The saliva that flows now will become the tears of joy tomorrow». Es una de las 16 frases motivacionales que tienen los alumnos de Harvard y su traducción sería algo así como «el esfuerzo de hoy serán las lágrimas de alegría de mañana». Ha merecido el duro y farragoso camino porque «el deporte profesional», afirma el campeón, «requiere de muy alto nivel y es muy complicado ganar”. «Esta frase», prosigue el deportista de Toulouse, «es para recordarme que hay que trabajar duro para ganar y eso a veces te hará llorar por el esfuerzo que supone. En mi caso pone saliva porque es así la frase de Harvard, pero en realidad podría sustituirse por el sudor del duro trabajo porque ha sido una larga espera de siete años hasta llegar aquí».
Está realmente satisfecho Pavon, subcampeón del Open de España 2022, de su comportamiento durante el fin de semana: «Ha sido un largo trabajo hasta llegar aquí, he intentado no pensar y estoy muy feliz de cómo he afrontado la presión las dos últimas jornadas. He sabido culminar de principio a fin, golpe a golpe y hoyo a hoyo sin anticiparme», resume.
No vio los primeros hoyos de Jon Rahm, cuando se puso -6 en las ocho primeras banderas y parecía que podría obrar el milagro en el Club de Campo: «Nunca miro los resultados antes de salir, ni de Jon ni de nadie, salvo cuando salgo al campo, que entonces sí me encuentro los tablones y les echo un ojo», confiesa Pavon, a quien no le pudo la presión, entre otras cosas porque conoce muy el campo no sólo de los últimos años, sino desde hace una década cuando venía a competir en el Alps Tour. «Tengo muy visualizados los golpes, dónde se puede fallar, en qué sitios se puede arriesgar», asegura el galo, que se siente como en casa con el público de Madrid, tanto esta semana como el sábado del año pasado, cuando compitió en el mismo partido con Rahm.
Ahora sabe que variará algo su calendario, pero no asoma por su cabeza la idea de conseguir una de las 10 tarjetas del PGA Tour ni tampoco de representar a Francia en los Juegos Olímpicos de París el próximo año: “No sé si me cambiará la vida o no. No tenía nada planificado salvo jugar los últimos torneos que pudiera del año, no estaba pensando en poder ir a los Juegos ni tampoco en la tarjeta para competir en Estados Unidos. Pero claro que sería un gran honor representar a Francia en París», zanja Pavon, para quien ha sido decisivo esta semana para lograr su primer triunfo «tener controladas las emociones, es fundamental en el golf, y yo diría que ha sido la clave de mi gran día y del triunfo».
Matthieu vuelve a su casa con 523.000 euros más en su cuenta, vigésimo de la Race to Dubai, con dos años de exención en el Tour, con muchos retos que afrontar en el futuro y… con muchas lágrimas derramadas por el trabajo y por su abuelo.
