El Tshwane Open afronta desde mañana su tercera edición y cierra el periplo sudafricano del European Tour en 2015 (seis torneos organizados a medias con el Sunshine Tour). Y antes de comenzar ya tenemos un protagonista de excepción: el campo. Porque se estrena escenario y no es uno cualquiera…
Se trata del Pretoria Country Club (Waterkloof, Pretoria, Sudáfrica), un recorrido abierto en 1910 y que fue reformado ya en el Siglo XXI por la empresa de diseño de Gary Player. No es un campo cualquiera, decíamos, porque así lo aseguran los jugadores desde tierras sudafricanas. Veamos.
No es largo (no llega a 6.500 metros), aunque se juega como un par 70 porque hay dos hoyos, 4 y 18, que normalmente se juegan como pares 5, pero se jugarán como pares 4. La principal característica, quizá, sea que el recorrido gasta unas calles muy estrechas, con bunkers muy bien colocados y que no tienen que ver con la norma habitual, pues muchos de ellos son bastante profundos y, si caes en ellos, resulta muy complicado o imposible, según sea la situación exacta de la bola, llegar a green con el segundo tiro. A la vieja usanza de los links británicos, aunque en realidad este campo nada tenga que ver con los links.
El rough no atemoriza, pues no está muy largo, pero los greenes son de talla mini. Muy pequeños alguno de ellos. El campo, según cuentan los profesionales, está muy bien preparado y es muy estratégico. ¿Un resultado ganador? Siempre resulta complicado, pues nunca falta un puñado de jugadores muy inspirados capaces de romper cualquier vaticinio. Pero todos coinciden en que hay que jugar muy bien para entregar buenas tarjetas y es posible que un resultado final en torno a -10 será muy bueno, si bien el ganador pueda irse a -15… Todo sea dicho con la debida precaución, pues no hay precedentes.
Jorge Campillo y Eduardo de la Riva, terceros la pasada semana en el Africa Open, lideran a una pequeña pero compacta Armada de cinco jugadores. Adrián Otaegui, Jordi García Pinto y Pablo Martín completan la nómina.
