Como si lo estuviéramos viendo: va un menda a jugar al golf un domingo por la mañana con un grupo de amigos y, como suele suceder, llega con el tiempo justo, se va deprisa y corriendo al tee del 1 y apenas le da tiempo a realizar un calentamiento embarullado de un minuto, justo antes de pegarle por primera vez a la bola…
Salvando las distancias y teniendo en cuenta que los pros realizan un calentamiento concienzudo antes de salir a competir, esa es más o menos la sensación que ha tenido hoy Sebastián García Rodríguez (-9) cuando ha arrancado su primera vuelta de este Open de España por el hoyo 10 del Club de Campo madrileño. Se sentía poco menos que anquilosado. O como él dice: “con ese swing de recién salido del coche”. Pues eso: swing de domingo por la mañana, cuando uno llega deprisa y corriendo, etcétera, etcétera…
Iba a tardar el madrileño cuatro hoyos en desentumecer los músculos y engrasar todos los resortes. Hasta allí, parcial de uno arriba; a partir de ese punto, diez menos en catorce hoyos, ocho birdies y un eagle. Una verdadera ametralladora.
Buena falta le hacía a este agresivo y eléctrico jugador un festín de ocho platos (uno por cada birdie) y delicioso postre (el eagle), porque venía de fallar los últimos nueve cortes, dieciocho rondas de golf de competición desde el pasado mes de junio en las que apenas había firmado dos registros por debajo del par. Bueno, para ser más exactos, la recuperación de Sebas ya había dado comienzo hace un par de semanas, cuando ganaba la previa española para el torneo del PGA Tour en Mayakoba, con un parcial de -8 en 27 hoyos en La Moraleja I. Pues va a ser verdad que Sebas se inspira sobre todo en su querido Madrid, porque lo último que ha hecho como profesional y en competición es un parcial de -17 en 45 hoyos en dos campos de esta ciudad.
Lo importante, lo nuclear, lo verdaderamente trascendente, más allá incluso del fastuoso 62 que hoy ha firmado, debiera ocurrir en los próximos 54 hoyos de este Open de España, porque quizá sea esta semana, visto lo visto, cuando Sebastián García Rodríguez encuentre al fin el golpe de timón que su temporada necesita.
