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DP World Tour Championship | Tercera jornada

Una crónica y un liderato que se condensan en un dato monstruoso

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Jon Rahm durante la tercera jornada en Jumeirah Golf Estates. © Golffile | Eoin Clarke
Jon Rahm durante la tercera jornada en Jumeirah Golf Estates. © Golffile | Eoin Clarke

Jon Rahm (-15) es el líder en solitario en la Final de Dubai después de firmar un 65 en la tercera jornada. Mañana partirá con un golpe de ventaja sobre Matthew Fitzpatrick (-14), su compañero en el partido estelar, con dos sobre Alex Noren (-13) y con tres sobre Tyrrell Hatton (-12) y un revitalizado Rory McIlroy (-12). Entre estos cinco jugadores debe estar el ganador de la Final, y entre Matt y Rory el ganador de la Race to Dubai. Además, por si necesitara alguien más o mayores alicientes de cara a la ronda definitiva, entre los cinco candidatos al triunfo están los tres que pueden hacer historia (Jon, Fitzpatrick y Rory), convirtiéndose en el primer jugador que gana tres finales del circuito europeo.

Hasta aquí (el liderato de Jon, su presencia en el partido estelar del domingo en Dubai…), todo más o menos normal, si nos atenemos a los antecedentes de un jugador que ya había ganado dos veces este torneo en sólo tres participaciones y que el año que no ganó terminaba en cuarta posición. Sin embargo, en esta ocasión, en este año 2022, se da una circunstancia verdaderamente singular que realza la posición del de Barrika y también nos ayuda a comprender ante qué tipo de jugador nos encontramos. El asunto es que desde 2009, año en el que el Earth course del Jumeirah Golf Estates se estrenaba como escenario de la final, nunca se había presentado el campo con un rough de hierba bermuda tan denso y penalizador. Este año, más que ningún otro, es de vital importancia coger pista si de verdad se aspira a estar arriba. Puedes escaparte alguna vez, pero antes o después, si no se está fino desde el tee, el campo te acabará atrapando y haciendo daño. Daño o, incluso, mucho daño. Dicho lo cual, vayamos con el dato monstruoso, estrechamente ligado a la citada e inusual preparación del campo…

Hasta el momento, en tres jornadas de golf disputadas por cincuenta jugadores, se suman esta semana en el Earth course un total de 150 rondas de golf de competición. Matemáticas básicas, vaya. Pues bien, de todas esas rondas y tarjetas firmadas sólo 34 han estado por debajo de los 70 golpes y en todos los casos, los 34, el jugador que bajó de setenta golpes necesitó coger como mínimo siete calles. Eso, como mínimo.

¿En todos los casos? En realidad no…

Ha habido cuatro de los 34 casos en los que no se ha cumplido tal regla. Uno fue el 68 que Adri Arnaus firmaba el viernes, ronda en la que el de Moià cogía sólo seis calles. Otro ha sido el 69 de Haotong Li de hoy, sábado, pues el chino sólo ha cogido cinco calles. Y los otros dos casos singulares corresponden al mismo jugador, Jon Rahm, que el viernes firmaba un 66 cogiendo sólo seis calles y hoy entregaba un 65 cogiendo de nuevo sólo seis calles.

¿Cómo ha podido el jugador español sobreponerse a tal problema en una semana y en un campo que de ninguna de las maneras perdona tanto error? En primer lugar, eligiendo siempre la mejor estrategia, con paciencia y temple, apurando las opciones en situaciones delicadas sólo cuando de verdad la ley de los porcentajes lo permitía, lo que nos habla muy bien de su caddie, Adam Hayes, pero también de la madurez de Jon como jugador. No es, por supuesto, la única razón. Por encima de todas las cosas Rahm se ha sobrepuesto gracias a la ingente cantidad de excelentes hierros medios y wedges que ha pegado y que le han procurado muchos birdies dados o casi dados. Y a una finura en las recuperaciones fuera de todo rango, fundamentadas sobre todo en el mismo afilado putter con el que ha embocado hasta ocho putts de más de tres metros para birdie o eagle.

Por suerte o por desgracia, ni siquiera la posibilidad probable de que mañana coja más calles le asegura nada al vasco (el jueves firmaba un ‘exiguo’ 70 cogiendo más calles, aunque sólo una más, siete). Más que nada, porque el torneo se ha plantado en su fase decisiva, la del domingo, con un ramillete de extraordinarios jugadores en la pelea, con mención especial para el Número Uno del mundo, un Rory McIlroy más ávido de gloria que nunca. De hecho, entre los cinco grandes candidatos entre los que hemos delimitado las grandes opciones, se encuentran los tres top ten mundiales presentes en la cita. Es lo que tiene la bermuda jugosa y densa.

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