Pablo Larrazábal (-9) ha sido el último español que a última hora se enganchaba al top ten del Open de España una vez finalizada la segunda jornada. Lo hacía gracias a una sólida y profunda tarjeta de 66 golpes y se encuentra a cuatro golpes del líder, el holandés Wil Besseling. Entre bromas y veras el barcelonés comentaba una vez finalizada la ronda que quizá necesitase hacer quince menos durante el fin de semana para darse una opción de victoria… ¿De verdad habrá que llegar hasta -24 para ganar? Pues no hay que descartarlo, pero da la sensación de que puede valer con algo menos.
De una manera u otra, Pablo siente que está jugando un gran golf y por tanto mejor será seguir contando con él. “El mejor golf de mi carrera”, apunta, seguramente exagerando un poco. O quizá, no. El mundo de las sensaciones es subjetivo y real como la vida misma. El problema, entonces, según el jugador, es que está pagando demasiado caros los errores que siempre aparecen en una ronda de golf. Pone un ejemplo concreto, el del hoyo 18, donde ha hecho sendos bogeys en las dos primeras jornadas, con un wedge en la mano de segundo tiro, como es casi normal en este par 4 corto. “Ahí he regalado tres golpes a los demás, porque he hecho dos bogeys y parece mucho más normal hacer al menos un birdie”, puntualiza.
El jueves jugó incluso más sólido y consistente. El viernes ha pateado mucho mejor, sumando algunos ‘bonus’ sabrosones, de esos que arreglan o disparan cualquier vuelta. A Larrazábal se le está poniendo cara de candidato al triunfo, aunque silbe y mire para otro lado.
