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De vasco a vasco: una venganza que puede servirse en un plato muy frío

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Ronan Rafferty posa con el trofeo del Volvo Masters 1989.
Ronan Rafferty posa con el trofeo del Volvo Masters 1989.

En apenas seis días tendremos ganador de la Race to Dubai 2019. De los cinco candidatos que aún tienen opciones (Wiesberger, Fleetwood, Rahm, Lowry y Fitzpatrick) tan sólo Fleetwood repetiría, pues ya ganó la Race en 2017. Hasta la fecha, en 47 temporadas desde 1972, sólo 22 jugadores han ganado al menos una vez el ranking del circuito europeo, así que bien podríamos tener esta semana un nuevo nombre, el vigésimo tercero. ¿Quizá sea Jon Rahm? Tendrá que jugar muy bien en el Jumeirah Golf Estates de Dubai, pues necesita acabar primero o segundo, pero el caso es que tiene la oportunidad de conseguirlo.

Como es bien sabido, sólo un español ha ganado el ranking europeo. Seve Ballesteros, quién si no. Lo hizo en seis ocasiones, sólo superado por los ocho triunfos de Colin Montgomerie. Por tanto, un joven vasco, de Barrika para más señas y con 25 años cumplidos, tratará de hacer historia esta semana. Circunstancia que, en una rápida y lógica asociación de ideas, nos hace viajar en el tiempo, justo treinta años atrás, una efeméride redonda, redonda…

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Porque si hablamos de un joven vasco dispuesto a llevarse por primera vez la victoria en el ranking final del circuito europeo, no queda más remedio que irnos a finales de 1989 y a un mozo de Fuenterrabía de 23 años, aunque en aquella ocasión, ciertamente, José María Olazábal lo tenía mucho mejor que Jon Rahm lo tiene ahora.

Llegaba Chema al Volvo Masters, el torneo antecesor de la actual Final de Dubai, como número 1 del ranking, aunque con el norirlandés Ronan Rafferty pisándole los talones, a tan solo 3.000 libras esterlinas de distancia, una nimiedad en un torneo que dejaba algo más de 66.000 libras esterlinas al ganador.

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Igual que ocurre esta semana, a aquella última cita llegaron varios jugadores con opciones matemáticas de ganar lo que entonces era el Orden de Mérito, hoy Race to Dubai, logro que también tenía su bonus en metálico (400.000 libras a repartir entre los quince primeros). Además de Olazábal y Rafferty, andaban en la pomada el australiano Craig Perry y el inglés Mark James. Sin embargo, el destino iba a unir a Olazábal y Rafferty en la encrucijada definitiva, pues ambos salieron juntos en el partido estelar del domingo en un duelo a vida o muerte. Era de justicia: en realidad estos dos jugadores habían estado disputándose la cabeza del ranking casi durante todo el año y ya habían protagonizado meses antes un duelo de auténtica locura en el Open de Holanda, en el que Chema necesitó nueve hoyos de desempate para vencer a Rafferty.

Por desgracia, meses después, aquel domingo 29 de octubre de 1989 en Valderrama, el norirlandés se iba a sacar la espina, dejando sin opciones al joven vasco tras firmar un apabullante 32 por los segundos nueve hoyos del recorrido de San Roque que le daba la victoria en el torneo y en el ranking. Chema había llegado como líder a la última cita y ni siquiera un tercer puesto en aquel Volvo Masters le bastó para defender su posición.

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Hablar de venganza sólo puede hacerse en un sentido estrictamente literario y un poco amarillo, si se quiere. Ni Olazábal clama por ella, ni Jon sienta que deba hacer justicia, ni la situación es la misma. Lo que es muy cierto es que Chema sigue acordándose de tanto en tanto de aquel pequeño drama, porque pocos como él merecieron tanto haber ganado al menos una vez el Orden de Mérito. Y no es menos cierto y real que, justo treinta años después, otro joven vasco, vaya casualidad, tiene la oportunidad de convertirse en el segundo español en ganar la Race y de paso unirse a Seve en este particular olimpo.