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¿Se puede planificar de alguna manera un golpe perfecto de 66 metros a bandera?

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Justo ahora, en este mismo momento en el que usted, estimado lector, repasa estas líneas, hay una marca en la calle del hoyo 18 del recorrido llamado Serapong, en el Sentosa Golf Club del lejanísimo Singapur, situada a 66 metros exactos de la bandera, de la jugosa cazuela…

Sobre esa marca, a eso de las 00,30 de la madrugada de este lunes (horario peninsular español), cuando el reloj por aquellos lares marque las 7,30 horas, Gonzalo Fernández Castaño posará levemente su bola Srixon y esperará su turno de juego, puesto que el sorprendente filipino, Juvic Pagunsan, está algo más lejos y él será quien inicie la acción de este eterno desempate que dilucidará el ganador del Barclays Singapur Open.

Desde ahí, desde 66 metros, el madrileño va a afrontar el tercer golpe en este par 5, sin duda el hoyo más largo y sufrido de toda su carrera. Más de 16 horas van a emplear en jugarlo el español y el filipino…

¿Cómo se prepara un golpe así? ¿Hay manera de planificar un disparo de estas características? Por supuesto, la respuesta resulta ambigua, porque de otro modo no estaríamos hablando de golf: puede planificarse, claro, pero sólo hasta cierto punto. Mucho menos si uno juega después de su rival. El margen de riesgo, en un momento dado, quizá haya que medirlo allí mismo, sobre el terreno, porque no es lo mismo que el filipino se vaya al agua o que la deje dada. Como tampoco sería lo mismo que soplara un vendaval de cara o una ligera brisa a favor… Puede uno planificar casi en sueños y, llegado el momento, tener que echar mano de la improvisación.

Gonzalo se ha ido a la cama pasadas las diez de la noche en Singapur. Lo ha hecho procurando no darle demasiadas vueltas a la cabeza. Al fin y al cabo, y como él dice, "¿qué es lo peor que me puede pasar en un desempate? ¿Quedar segundo?". Su idea es mantener la rutina de siempre, la misma que si fuera a jugar una ronda de competición de 18 hoyos.

"Me tengo que levantar a las 5,30 de la mañana", comenta a Tengolf desde Singapur. "Mi idea es llegar a las 6,15, una hora y cuarto antes de empezar a jugar. Y voy a seguir la misma rutina de siempre, porque la idea es jugar el hoyo 18 las veces que hagan falta, si es que no pasa algo a la primera…", puntualiza el madrileño.

Lo dicho. En la cancha de prácticas, el mismo calentamiento de siempre. En primer lugar, porque nunca se sabe el tiempo que uno va a estar ahí fuera, ni los palos y golpes que puede necesitar. Y en segundo lugar, y casi más importante, para darle a la situación el barniz de normalidad que requiere. No hay que volverse loco ni modificar costumbres ni actitudes. Hay que salir ahí y jugar un desempate por valor de 240.000 euros (los que separan el primer y el segundo cheque) y un puñado de puntos del ránking mundial. Sólo eso…