La sombra de Sergio García (-4) va haciéndose alargada en el Open de España una vez ha finalizado su segunda vuelta en el Club de Campo Villa de Madrid, aunque sea un poco a trompicones. O a contrapelo. Así es, porque hoy viernes, de una manera muy similar a la del jueves, pero seguramente todavía más acusada, el resultado no ha hecho toda la justicia ‘anotadora’ que merecía su juego.
Y usted, amigo golfista, ¿con qué finish se queda?
Ahora mismo, con el turno vespertino en juego, los mejores resultados en la zona alta de la tabla, con las dos primeras rondas acabadas, eran los de Adrián Otaegui (-6), Steven Brown (-6) y Nino Bertasio (-6). Hay que pensar que alguno de los ‘gallitos’ del turno de tarde mejorarán este registro, pero no parece que el líder vaya a irse muy lejos (veremos de lo que son capaces los Arnaus, Johannessen, Rahm, Cabrera Bello, Siem y compañía), más que nada porque las banderas, tan esquinadas muchas de ellas, están haciendo daño y, además, por la tarde se ha levantado una brisa curiosa que sin duda complica más las cosas.
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Sergio está pegando muy bien a la bola. Sereno, paciente y confiado. Y cuando este hombre viene así, mejor es tenerlo muy en cuenta. En su ronda de hoy encontramos una ‘prueba del algodón’ por encima de todas las demás. Cuando el de Borriol está con la confianza bien apuntalada es capaz de dibujar cualquier golpe que le haga falta y tratar de llevarlo a cabo, sea abriendo, cerrando, más o menos tendida… Sin embargo, cuando las sensaciones no son todo lo buenas que el jugador quisiera, tiende a defenderse con un golpe abierto, un fade bien controlado. Hoy, con la bola puesta en el centro de la calle del hoyo 14 (su quinto hoyo de la ronda), par 5, tenía 227 yardas a una bandera situada al fondo y a la izquierda del green; el tiro que le pedía el cuerpo y el que desde luego mejor venía a la situación, siempre que uno se encuentre en disposición de llevarlo a cabo, era un draw potente con el hierro 5 en las manos y lo cierto es que Sergio no tuvo demasiadas dudas en ponerse manos a la obra. El disparo ha sido probablemente el mejor de toda la vuelta del español, fantástico y poderoso, saludando de cerca la bola a los pinos del margen derecho, silbante y serena, para luego ir cerrando los grados, suavemente hacia el corazón del green. Una auténtica maravilla. De hecho, de haber volado tan solo medio metro más, podía haberse dejado el eagle medio hecho, o incluso (no es exageración) haberse dado una opción de albatros, por remotas que sean siempre estas opciones.
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No ha sido el único golpe bien planeado que se quedaba ‘a punto de…’ En el hoyo 4, otro par 5, pegaba de segundo tiro y desde 244 yardas a la bandera una madera cortadita, con toda la intención del mundo, que terminaba en un bunker después de botar en el mismo talud de hierba, a punto también de haber servido para dejarse una opción razonable de eagle.
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De poco sirve, es cierto, describir todos estos hechos, transcribir estos datos, porque si no entran esos putts medios y cortos para birdie (Sergio se ha dejado tres opciones por el camino en los hoyos 2, 4 y 6 desde distancias en torno a los dos metros), de nada o de muy poco valen los merecimientos. Pero hay evidencias que no pueden dejarse en el tintero.
