Inicio Grandes Circuitos DP World Tour Y así consiguió Campillo meter al fin el putt por el aro…
El extremeño relata cómo trabajó para mejorar su putter para Qatar

Y así consiguió Campillo meter al fin el putt por el aro…

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Jorge Campillo, con su caddie en Qatar © Golffile | Phil Inglis
Jorge Campillo, con su caddie en Qatar © Golffile | Phil Inglis

Si el miércoles de la semana pasada le dicen a Campillo que iba a ganar el Commercial Bank Qatar Masters, seguramente le habría dado un ataque de risa. A ver, con matices. Un profesional de golf está curado de espanto y sabe que las cosas en este bendito deporte hacen clic de un día para otro y sin saber muchas veces por qué. Pero la realidad es que la liada que llevaba encima con el putter era enorme.

Ya hemos contado en Ten Golf que entre Omán y Qatar se produjeron un par de ajustes que fueron claves para la mejoría con el putter. Lo cierto es que Campillo pasó de un agujero negro de dimensiones galácticas a patear como el mejor del mundo en el desempate. ¿Qué pasó entre medias? Esta es la crónica de cómo Jorge acabó consiguiendo que el putt terminara entrando por el aro.

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Todo empieza en la previa de Omán. Jorge queda con su entrenador de putter, Mike Kanski. No se ha encontrado a gusto en los greenes durante el WGC México Championship y siente que necesita trabajar y ajustar cosas. La sesión de trabajo empieza con una pregunta, una duda del campeón extremeño: «¿Tú crees que durante el swing de putt es mejor sentir que los hombros se mueven de derecha a izquierda o de arriba a abajo?». La respuesta es contundente, como la de cualquier entrenador que se precie. La mejor sensación, dice Kanski, es de derecha a izquierda. Eso es lo que tienes que notar.

Campillo recoge el consejo y se pone a trabajar. Drama. Se siente raro y la pelota no responde como a él le gustaría. De hecho, en los ejercicios habituales para entrenar el putt, en los que ponen unos aros en el putting green por donde hay que pasar la bola, Jorge no consigue acertar prácticamente ninguna vez. Podríamos decir que ls que entra es por pura casualidad. Venía con poca confianza de México, pero no para patear de esa manera.

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El torneo en los greenes es muy malo. No consigue meter casi ninguna en Omán y falla muchísimos putts cortos. Se enciende la alarma. Algo está fallando. El sábado, después de fallar el corte, vuelve a quedar con Kanski para trabajar. No se puede negar que le han puesto un empeño brutal. Y ahí el entrenador, colaborador estrecho de Phil Kenyon, le confiesa que han cometido un error, que él se ha equivocado. «Jorge, la sensación es la contraria, debes sentir que los hombros se mueven de arriba a abajo», le explica. Le pide disculpas. Aquí, lo importante, es que Campillo no hace ningún drama ni busca culpables. Entiende que todo el mundo se puede equivocar, lo asume como parte del proceso y empieza a trabajar en la dirección contraria.

Técnicamente, el problema es que al sentir que los hombros se movía de derecha a izquierda, la cara del putter llegaba al impacto siempre abierta y así era imposible meter un putt. «Es curioso, tenía el problema opuesto a antes de trabajar con Kanski. Yo era de llegar con la cara cerrada en el putt y ahora ira incapaz de que fuera abierta», asegura Campillo.

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Hasta aquí la parte más científica del asunto. Ahora viene la historia ‘paranormal’. La realidad es que con el cambio Jorge se sintió más a gusto, pero seguía sin meter putts en el putting green y el ejercicio con los aros era un drama. No le salía. El miércoles previo a Qatar, de hecho, estaba desesperado. Enfadado, incluso. No entendía qué pasaba, mientras que Alejandro Cañizares, por ejemplo, era capaz de meter 15 putts seguidos por el aro sin problemas.

Con estas sensaciones salió a jugar el jueves y, de pronto, los putts comenzaron a entrar. Sólo falló uno corto en toda la vuelta, pero se podía decir que había pateado razonablemente bien. El viernes y el sábado fue mejor y el domingo resultó un absoluto espectáculo en los greenes. Sus putts en el desempate fueron una locura. Una exhibición a la altura del mejor Tiger Woods. «El putt más difícil del playoff fue el del primer hoyo, pero sabía que tenía que meterlo, no me quedaba otra. Lo tiré muy bien y creo que saqué el puño más grande de mi vida. He sacado más puños en el desempate que en toda mi carrera. Eso sí, el putt más tenso fue el de tercer hoyo del playoff, el de par para empatar. Tenía metro y medio (en realidad era poco más de un metro, pero en esa situación se entiende) y no fue fácil meterlo», asegura.

Campillo leyó todos los putts con la ayuda de Jesús Legarrea y el libro de greenes del campo. Mano de santo. Además, el otro cambio que le ayudó, más allá de esa rectificación técnica fue apostar por una rutina de putt. Campillo no tenía una definida. A veces hacía dos swings de práctica, otras tres o uno, tiraba a meter… Con la ayuda de Kanski, quedaron en que en Qatar lo haría siempre igual: dos swings de práctica parado, mirar después dónde lo quiere tirar y ejecutar el swing.

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Una rectificación a tiempo y una nueva rutina fueron claves para la victoria en Qatar. No obstante, seguramente, lo más importante de por qué pateó tan bien este domingo en el Education City Golf Club es, precisamente, por la cantidad de horas que ha estado trabajando en los greenes en las dos últimas semanas. El trabajo, al final, de una manera u otra, acaba saliendo. Por cierto, un último matiz, consejo de Kanski. En los greenes que tienen bastante pelo, como en Qatar, le recomendó poner la bola un poco más al pie izquierdo y no tan centrada, para que salte un poco justo después del impacto. Detalles que se esconden detrás de una victoria.

En cuanto al swing, también realizó tres ajustes concretos entre Omán y Qatar que han sido decisivos para pegar bien a la bola, todo con la ayuda de José Carlos Gutiérrez, su entrenador, y Jesús Legarrea, su caddie. Concretamente, se puso un poco más cerca de la bola, más próxima al pie izquierdo y con la idea de subir más por la línea.