Pablo Larrazábal no es precisamente de los que se arruga cuando se pone un domingo con opciones de ganar un torneo. Más bien al contrario, aprieta los dientes, afloja sus muñecas, afila la mirada y se crece. Cuanto más difícil es el desafío, mejores cosas salen del cuerpo de este bravo golfista español. Por eso, cuando habla de Jon Rahm y su determinación y mentalidad en los momentos de la verdad conviene escucharlo. Son palabras honestas porque no tiene ningún problema en reconocer que se equivocó al jugar a Rahm la primera vez que supo de él.
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«Cuando hace cinco años Jon Rahm hizo unas declaraciones diciendo que su objetivo era ser el Número Uno del mundo y ganar 19 Grandes lo primero que pensé fue de qué va éste. Me pareció una falta de respeto hacia Seve, Olazábal y todo aquel que haya ganado alguna vez un Major… Sin embargo, ahora apostaría un dinerito a que va a ganar diez Grandes», asegura Pablo con una franqueza que le honra.
Cuando habla del golfista de Barrika tiene claro lo que más le impresiona. «No es fácil de definir lo que hace. Diría que es espectacular lo que se lo cree. Tiene claro que cuando quiere algo, lo hace. Y lo que está consiguiendo es de locos. Es lo más parecido que ha habido a Seve en el golf moderno. Dustin Johnson y Rory McIlroy son imbatibles cuando juegan a su mejor nivel, pero ninguno de ellos tiene la magia de Jon», afirma Larrazábal.
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Lo que ha conseguido Rahm en su carrera ya dejaría con la boca abierta a cualquiera, pero lo más importante es que Larrazábal está convencido de que no ha alcanzado su techo. «Lo más gordo es que aún tiene margen de mejora. Eso da miedo. Como ocurre con Rory, que también puede mejorar. Eso asusta. Está claro que nos ‘hace un favor’ no viniendo a jugar esta semana, como Sergio García. Si están ellos hay que pelear por el segundo puesto», asegura entre bromas y veras. Y remata volviendo a los números con una sentencia radical: «Es que Olazábal no ha sido Número Uno del mundo. Sergio García no ha sido Número Uno del mundo. Y Jon Rahm sí lo ha sido. Es muy difícil creer que en ese sentido Jon ya está un escalón por encima de ellos», explica.
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Volviendo a Valderrama, Pablo no puede ocultar su amor por el recorrido de Sotogrande. «Me podría retirar si gano algún día en Valderrama. Para mí, sólo hay un torneo que me haría más ilusión ganar ahora mismo que aquí, sería el Open Británico. Ninguno más. Entre otras cosas porque sé que en el US Open o el PGA no tendría ni ‘chance’. No hay nada como ganar aquí, ante mi gente, aunque ta digo que una victoria este domingo sin público sería algo descafeinado. Valderrama es como Augusta. Quién no quiere ganar en Augusta National. Pues esto es lo mismo. Martin Kaymer me dijo la semana pasada en The Belfry que por supuesto iba a jugar en Valderrama porque nada le hacía más ilusión… Y Martin ha ganado el US Open y el PGA Championship. Cuidado…», afirma.
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En cuanto a su juego, recuerdo que no está en su mejor momento, pero Valderrama todo lo cambia. «En estas seis semanas he jugado probablemente el peor golf de mi carrera, pero esto es diferente. Me pasa como cuando Couples, Olazábal o Tiger llegan al Masters. Augusta tiene algo que les hace subir el nivel y eso mismo es lo que me produce Valderrama. Un campo como no hay otro, donde 18 pares son buenos», sentencia.
