Inicio Grandes Circuitos Javier Barcos, un rayo de luz en la negra temporada de Utah
El navarro compite solo en los Regionals con el anhelo de atar la única plaza para la final de la NCAA

Javier Barcos, un rayo de luz en la negra temporada de Utah

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Javier Barcos
Javier Barcos se prepara para dar un golpe en un torneo esta temporada con Utah.

Javier Barcos (Estella, Navarra, 14/11/2001) se marcó un torneazo en la final de conferencia (Pac-12) para ganarse por derecho propio un sitio en los Regionales. El navarro irá solo, sin su universidad, Utah, que no logró el billete para Morgan Hill (California), donde se celebra del lunes al miércoles uno de los seis eventos clasificatorios para la final de la NCAA, del 26 al 31 de mayo en Scottsdale. El buen papel del júnior español, en sus propias palabras, ha significado «un poco de luz» en Salt Lake City tras el revés de Utah en la Pac-12. Competirá sin compañeros, por tanto, pero va a por todas, sin miedo, y con el anhelo de colarse con los mejores en la cita de Arizona. Hace unos días fue elegido en el segundo mejor equipo de su conferencia.

Barcos logró su primer top 10 del año en el Hamptons Intercollegiate en octubre y una semana después tuvo una actuación fenomenal en el Oregon State Invitational, donde amarró su primera victoria como ute. «Fue algo que no voy a olvidar nunca. Había estado arriba algunas veces más, pero no había sido capaz de conseguirlo, así que ganar por primera fue algo difícil de explicar con palabras. Por supuesto esto me ayudó a tener más confianza en mí mismo y saber que puedo cerrar un torneo cuando vuelva a estar arriba», cuenta. Para consolidar su buen estado de juego y también mental, en la final de conferencia terminó por por delante de 11 jugadores instalados entre los 100 mejores amateurs de la NCAA.

«En la final de conferencia no estaba muy nervioso y sólo me concentré en lo que iba a pasar en el torneo. Nunca me gusta descartarme de nada, así que fui queriendo y sabiendo que podía ganar, aunque por supuesto tenía que jugar bien. Después de la tercera jornada sí que pensé que con una buena última ronda tendría opciones, aunque no se dio el caso. Nuestro coach ha estado un poco decepcionado con el rendimiento del equipo este año, pero sí estaba contento por mí por haberme clasificado, era como un poco de luz a la temporada que hemos tenido», relata Javi, que recuerda que en 2022 Utah sí sacó billete para los Nacionales 34 años después de su última presencia.

Javier Barcos
Javier Barcos.

¿Cómo llegas de ánimo y de forma? «Tengo muchísimas ganas de jugar, todo el mundo sabe que no importa lo que hayas hecho durante el año una vez estás en este torneo y esa sensación me gusta. Estoy jugando bastante bien, he estado entrenando estas semanas lo que no estaba tan bien en mi juego y ahora me siento bastante cómodo», apunta. «El año pasado y el anterior ya estuvimos en los Regionales como equipo y es un torneo con buenos jugadores, pero siento que puedo quedar entre los primeros», afirma motivado. Pese al batacazo coral de Utah, no se cambiaría a otra universidad: «Le debo mucho a este programa, he aprendido mucho estos cuatro años y he estado con personas increíbles. Clasificarnos a los Nacionales en 2022 después de 34 años fue una sensación que no la hubiese sentido en ningún otro lado», sostiene este joven socio del Campo de Logroño, hasta donde se traslada desde Estella desde que empezó a tomarse el golf más en serio y donde conoció a su entrenador, David Valls.

Disfruta de la vida en Salt Lake City y, cuando se le pregunta de broma sobre si se ha convertido en mormón, corrige al entrevistador: «La gente se piensa que Utah está llena de mormones pero en realidad en el entorno de la universidad no hay apenas y si lo son, no te enteras porque hacen las mismas cosas que los otros estudiantes». Ha ido sólo un par de veces a ver a los Jazz aunque el próximo curso, cuando termine sus estudios de Business Administration (sólo le quedan seis asignaturas), intentaré ir más al baloncesto. Echará de menos la ciudad, «una de las más bonitas que he visto, llena de montañas que en invierno son espectaculares», presume Javi, a quien le alucina «cómo se vive el fútbol americano de la universidad en Estados Unidos, es una pasada».

Su abuelo le metió el veneno del golf en la sangre. «Cuando se jubiló no sabía muy bien qué hacer con su tiempo, así que desde Peralta, su pueblo, comenzó ir al campo de Ulzama, que estaba a… hora y media de camino». También elogia los sacrificios de sus padres, Jesús y Mireya (tiene tres hermanas, dos gemelas de 19 años y otra de 15), para que él pudiera jugar: «Vivo a 45 minutos del campo más cercano y, mirando atrás, valoro mucho el esfuerzo que han hecho por mí llevándome varios días entre semana y los dos del fin de semana, no lo voy a olvidar nunca y espero agradecérselo en el futuro», dice emocionado Barcos, que no duda en elegir a Jon Rahm como su ídolo golfístico: «Está haciendo cosas increíbles por el golf español y verlo jugar es muy divertido, ojalá pueda llegar algún día donde está él».

Javi suele pegarle recto a la bola, aunque a veces se acelera mucho en ciertas situaciones y eso le penaliza con dos o tres golpes por torneo, «que son bastantes». Va bien con el driver y, depende de las semanas, el putt funciona mejor o peor porque «a veces me cuesta adaptarme a los greenes». Recomienda «cien por cien» la experiencia en Estados Unidos porque «si quieres ser profesional de golf, te va a ayudar mucho. La experiencia de jugar en los campos aquí tal y cómo los preparan y estar compitiendo contra gente muy buena todas las semanas te ayuda a mejorar mucho más de lo que la gente se imagina. Y luego me encanta experimentar otra cultura y vivir en otro país». A propósito de sus planes de futuro, todos los caminos conducen al profesionalismo… «Seguro que voy a pasarme a pro. Todavía no tengo claro si va a ser justo después de la universidad o al terminar ese verano pero para finales de 2024 seré profesional si todo va bien», augura.

Aberg, Bennett, Thorbjornsen, Sargent… ¿Qué universitario te ha sorprendido más por su nivel? Barcos no remite a ninguno de ellos: «Me impresionó mucho RJ Manke (jugador de Pepperdine que se pasó a profesionales en verano de 2022). El año pasado estaba top 15 del mundo. Lo que me sorprendió es que no hacía cosas muy diferentes a lo que yo hacía, pero él entendía el golf mucho mejor, sus bolas acababan en el sitio bueno prácticamente todas las veces. Sabía que prefería estar 25 metros a la izquierda en una bandera pegada a la derecha que cinco a la derecha, lo que al final se traducía en ningún número alto durante el torneo y muy pocos bogeys», recuerda.

Campeón de Europa absoluto por equipos con el equipo nacional en 2022, ¿competir con España es lo más parecido a hacerlo con la universidad? «Puede parecerlo porque al final hay varios jugadores que ‘están de tu lado’, pero la competición es totalmente diferente. Lo que se siente compitiendo por España es una cosa que no se puede comparar y es lo mejor del año, sin duda», sostiene Barcos, que elogia el nivel del golf amateur nacional: «Hay muy buenos golfistas que van a jugar muy bien en un futuro bastante cercano. Me sorprendió mucho Jorge Hao. La primera vez que jugué con él fue el año pasado en la Copa Andalucía, no lo conocía muy bien pero después de esa ronda me quedé flipado de cómo un chaval que es cuatro o cinco años más pequeño que yo jugaba tan bien y tomaba buenas decisiones durante 18 hoyos. Va a ser muy divertido seguir lo que van a hacer los jóvenes estos años tanto individualmente como con los equipos nacionales».

Javier Barcos
Javier Barcos posa con el trofeo de campeón del Oregon State Invitational de este curso.

En su retina permanecerá para siempre el último golpe a green que pegó en el torneo de Oregón de esta temporada, cuando ganó: «Llegaba empatado al último hoyo con otro chaval, él la tiró al búnker de segundo golpe y yo estaba en una zona de tierra a 125 metros de bandera sabiendo que sólo tenía que meterla en green. Me salió un medio filazo a la bandera que pensaba que se iba a ir largo a una zona casi imposible de hacer par, la bola dio contra el falso frente del principio de green y se quedó a cinco metros. Esa sensación de ver mi bola acabando en green no se me va a olvidar nunca», asegura orgulloso antes de zanjar la charla apuntando alto: «Volverá a España la primera semana de junio para jugar el Campeonato de España absoluto. Espero que de competir en la final de la NCAA». Ésa es la actitud del único chico que ha dado algo de luz al golf masculino de la Universidad de Utah esta temporada. Desde el lunes, habrá que seguirlo de cerca en Morgan Hill.