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Fátima Fernández Cano se sitúa en segunda posición en el Andalucía Costa del Sol Open de España

Con el moño en todo lo alto (de la tabla)

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Fátima Fernández Cano durante la segunda jornada del Andalucía Costa del Sol Open de España.
Fátima Fernández Cano durante la segunda jornada del Andalucía Costa del Sol Open de España.

Hay rasgos concretos que terminan por hacerse marca o seña de identidad en el mundo del deporte, ya sean de la anatomía o del atuendo y sus complementos: La lengua fuera de Michael Jordan, las medias caídas de Rafael Gordillo, la coleta de Miguel Ángel Jiménez, la melena de Fleetwood, las barbas de Harden, la ‘Pelusa’ de Maradona, las gafas de Navratilova, las camisetas sin mangas de Nadal (en su momento), la cinta de McEnroe, la rodillera de Chendo, la muñequera de Arancha, el sombrerito ‘pork pie’ de Sam Snead, los pies descalzos de Zola Budd…

Algunas de estas señas nacieron sin un porqué concreto, incluso de casualidad o por un mero acto reflejo (la lengua de Jordan, claro, pero también el ‘despestañeo’ de Lendl), antes de convertirse en leyendas o iconos. Otras tienen una historia detrás: la coleta de Jiménez nació en una época rara de su vida, en torno al año 2002, en la que buscó y encontró un reseteo global que también afectó a su imagen. Y las hay que simplemente responden a manifestaciones de simple comodidad, pero que terminan por cobrar vida propia. Es el caso del potente y alto moño de Fátima Fernández Cano. “Tengo la cabeza grande, mucho pelo, no me entraba ninguna gorra… Al final, era la manera más cómoda que encontré para jugar al golf, con la visera y el moño. Y ahora, es cierto, ya es algo que asocio como una seña de identidad. Además, mi madre se ha tatuado esa imagen mía en el brazo, así que ahora ya sí que no puedo cambiarla”, explica la jugadora gallega con su habitual sentido del humor.

El tatuaje de la madre de Fátima Fernández Cano.
El tatuaje de la madre de Fátima Fernández Cano.

Más allá del juego literario que aportan estos signos, iconos o señas, lo de menos, por supuesto, es el moño. Lo verdaderamente importante es la evolución de esta jugadora, sobre todo en los dos últimos años, poderosa dominadora en el Symetra Tour. Y cómo está jugando esta semana en Los Naranjos el Andalucía Costa del Sol Open de España. Tan sólida, tan templada. Hoy se ha dejado algunas buenas opciones de birdie en el campo, sobre todo por los segundos nueve hoyos del recorrido marbellí, las de los hoyos 17 y 18 especialmente, tirando putts cortos, pero a pesar de ello marcha en segunda posición después de 36 hoyos, a un solo golpe de la líder, Carlota Ciganda (-8).

La Solheim de 2023 todavía no aparece como un objetivo primordial e insoslayable en la vida de Fátima Fernández Cano, pero reconoce que de vez en cuando piensa en ello. Por ejemplo, hasta el punto de haberse informado ya de qué es lo que tiene que hacer para conseguir los derechos de juego y la membresía en el Ladies European Tour, requisito indispensable para poder disputarla. Y se lo han dejado muy claro, en vista de que ella está centrada en su estreno en el LPGA Tour y no va a disputar la Escuela: “tienes que ganar esta semana, no hay otra vía”, le han dicho. “Así que allá voy, sin presión…”, ironiza ella con retranca gallega.

Ahora viene lo más complicado, el sábado saliendo en el partido estelar y después, según cómo hayan ido las cosas, un domingo de remate. Es verdad que Fátima llega bien entrenada, porque sus batallas en lo más alto han sido moneda corriente para ella en el Symetra, pero se trata de un Open de España y seguro que la presión va a ser aún mayor para ella. De momento, el moño en todo lo alto de la cabeza (y de la clasificación del torneo…) ya está dejando huella.

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