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Las lecciones que dejó una batalla entre un hierro 2 y un hierro 3

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El Old Course de Sunningdale.

Muchos, muchos años atrás, era habitual en algunos clubes de Estados Unidos organizar una vez al año una competición entre sus socios cuya condición era jugar con un solo palo los 18 hoyos. El palo quedaba a elección de los golfistas.

Esta costumbre, como casi todo en el golf, fue importada de Gran Bretaña. Un diario local londinense llamado Bystender recogió en febrero de 1935 un duelo de este tipo. Lo narró en su columna habitual de golf el escritor JSF Morrison. No sólo lo contó sino que dejó algunas reflexiones interesantes.

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Disputaron este peculiar partido match play dos jugadores con hándicap 2. Fue a 36 hoyos, una vuelta en el Old Course de Sunningdale y la otra en Worplesdon. Uno de los jugadores escogió el hierro 2 y el otro apostó por el hierro 3. No hay constancia del número de golpes, ya que fue match play, pero calculan que hicieron unos 77 golpes en Sunnigdale, uno más que la media habitual que hacía allí en aquel entonces un golfista scratch. Además, jugaron en una hora y 35 minutos, pese a que tuvieron que buscar dos bolas perdidas.

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El duelo lo acabó ganando el golfista que utilizó el hierro 2 por un escaso margen de 1 arriba, pero lo realmente interesante fue la moraleja que dejó escrita Morrison. A su juicio no es una casualidad que jugaran tan bien utilizando un solo palo. Primero porque iban más rápido y se quitaban líos de la cabeza. No había dudas. Sólo había una opción para pegar el golpe. Después, porque se cansaban menos. No tenían que cargar con la bolsa completa de palos o ir arrastrando de un carro.

Morrison aseguró que los approachs alrededor de green de los dos jugadores fueron de una calidad extraordinaria, por encima de la media. «Mejor de lo que hubiera logrado con una bolsa completa a su espalda», apuntó en su columna. Del mismo modo, llegó a la conclusión de que al jugar con un solo palo consiguieron familiarizarse tanto con él que lo pudieron dominar cono si fuera una extensión de su propia brazo.

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¿Y ustedes, qué? ¿Se apuntan a una vuelta de golf con un solo palo? ¿Cuál elegirían? ¿Serían capaces de acercarse a cumplir su hándicap? Desde luego, parece una manera perfecta para terminar con el juego lento. El único problema, eso sí, es qué pasa si se te rompe el palo…