La de Fátima Fernández Cano es una historia redonda. Ella la ha hecho redonda. Hace un año estaba llena de aristas, era una historia que dolía, incluso sangraba, pero con un martillo y un cincel ha ido poco a poco eliminando los picos y ahora le ha quedado una figura perfecta. El martillo y el cincel son la esperanza y la perseverancia. Y, sobre todo, un diagnóstico médico que le cambió la vida…
Fátima ha ganado este domingo el Guardian Championship del Epson Tour y se ha garantizado la tarjeta del LPGA Tour para 2025. Dentro de tres días, el 12 de septiembre, se cumplirá un año desde que entró aterrada en la consulta de un médico con un ultimátum: si no encuentras lo que me pasa, se acaba mi carrera. «Se lo dije literal», recuerda a Ten Golf este lunes, con una sonrisa de oreja a oreja por la victoria en Alabama. Era la última oportunidad que se daba tras consultar sin suerte otras muchas opiniones. «Si pienso en aquella conversación con el médico y ahora miro el trofeo en mis manos, realmente no sé ni por dónde empezar de la cantidad de sentimientos que tengo. Estoy súper contenta», afirma.

Las emociones afloran y no es para menos. Casi no puede ordenarlas en su cabeza. «Estoy contenta, orgullosa y agradecida. Han sido año y pico, casi dos años, muy duros por la lesión (fue en la muñeca) y hay mucha gente que estuvo ahí conmigo siempre. Tengo un equipo que ni me lo merezco, así que estoy orgullosa y, sobre todo, muy agradecida», explica.
La victoria, la tercera de su carrera en el Epson Tour, ha sido una consecuencia de su golf. Ya venía jugando muy bien desde hace muchas semanas y, simplemente, esta semana terminó de cuadrar todo. «Ha sido un torneo muy sólido. Llevo meses jugando muy bien. Creo que en toda la semana he fallado apenas cinco greenes y casi todas la borde. No recuerdo la última vez que hice un approach. El principal error de la semana fue, curiosamente, el primer día, en el 18. Fallé la salida, la perdí en unas matas y cayó el doble bogey, par con la segunda bola. Es el único error grande de la semana. Además, como siempre, entraron algunos putts», señala.

Cuando Fátima habla de solidez, no es ninguna broma. El sábado, en la segunda jornada, cogió nada menos que los 18 greenes y pateó para birdie desde menos de siete metros en 16 ocasiones. Un martillo pilón. El domingo, quizá por los nervios y la situación, no las dejó tan cerca, no estuvo tan certera, pero volvió a jugar bien, consistente y evitando los problemas. El momento crucial de su victoria llegó, precisamente, en el 18, donde el viernes hizo doble bogey. Lo mejor es que lo cuente ella…
«El hoyo 17 es un par que gira a la izquierda y se estaba jugando con viento de derecha a izquierda. Si vuelas un agua, puedes tirar de dos a green. Sin embargo, el driver ha sido el palo que ha estado menos fino esta semana. No confié y me fui a la derecha, por lo que no pude tirar de dos. Tiré el tercero con el wedge, pero no metí el putt de birdie. Tenía un golpe de ventaja antes de salir al 18, pero sabía que por detrás aún podían sacar algún birdie, sobre todo en el 17, así como mínimo tenía que sacar el par. El 18 tiene una calle estrecha, con matas a la izquierda y búnker a la derecha. El driver, de nuevo, no ha estado muy fino, y acabé en el búnker, muy cerca del talud. No podía tirar a green. El segundo golpe fue a colocar a calle y me dejé 80 yardas a la bandera. La dejé a dos metros y medio. Es gracioso porque la semana pasada fallé un putt de metro y medio en el último para forzar el desempate y esta vez le dije a mi caddie que la íbamos a meter. Dentro. Por suerte para mí, Ingrid Linblad, que venía por detrás y llegó al 18 empatada, tiró su salida a las matas, tuvo que jugar corta y no pudo hacer approach y putt desde la calle. Así fue el desenlace. Chulo para mí. Fue muy bonito meter ese putt de par. Quería llegar a -15, pensaba que podía ser el resultado bueno, pero al final fue suficiente con -14. Muy contenta», apunta.

La vida le ha dado un vuelco espectacular en apenas dos meses. «En julio el objetivo era mantener la tarjeta del Ladies European Tour, que pienso que está encarrilada (ocupa el puesto 42 y la conservan las 70 mejores) y acabar en el Epson Tour entre las 35 mejores para ir directa a la Final de la Escuela. Ahora, sin embargo, ya está hecha la tarjeta del LPGA. Quiero asegurar el Top 10 (es casi virtual) y, por qué no, ya que estamos aquí, ir a por el Número Uno del circuito. Quedan dos torneos y la final. Por soñar que no sea».
La victoria en cualquier lugar es siempre algo muy especial, pero más si cabe para Fátima por haberlo conseguido en Alabama, donde ella reside y muy cerca de donde estudió en la Universidad. «Han venido muchos amigos a verme y eso lo hace si cabe más bonito. Ha sido genial poder hacerlo aquí, delante de la gente que me apoya y me quiere mucho», remata.
Así es la historia de Fátima. Una historia redonda. Que no fácil.



