Hay pocas cosas más divertidas que seguir una vuelta de golf de Jordan Spieth (-7). Por sus aciertos. Y por sus errores. Por su magia. Y por sus pifias. Es puro entretenimiento. Como estar cuatro horas y media metidos en el gusano loco. La entrada de los que hoy hayan seguido a Spieth en el maravilloso recorrido de Copperhead en el Innisbrook Resort, ha sido la más barata del año. Por mucho que haya costado. Hoy salían a 80 dólares. Un regalo.
De los 18 hoyos que ha jugado Spieth sólo tres han sido ‘rutinarios’. El 6, 9 y 12. Buena salida, buen tiro a green, opción de birdie de media-larga distancia y dos putts. ¡Sólo tres! El resto, con el corazón en la boca. Arrancaba con eagle, salvaba tres pares increíbles en los siguientes tres hoyos, birdie en el 5, bogey en el 7, birdie en el 8, bogey en el 10, birdie en el 11, bogey en el 13, birdie en el 14, bogey en el 15, birdie en el 16, par al borde del colapso en el 17 y bogey en el 18. La feria de la locura de Jordan. Cosa más divertida.
Spieth ha vuelto a jugar de manera notable desde el tee. Le está pegando bien y está yendo largo. Con los hierros se muestra irregular. Pega algunos antológicos como en el 16 y acto seguido falla por mucho en el 17. Un parque de atracciones. Alrededor de green sigue siendo un mago desde que se levanta hasta que se acuesta y hoy el putter, pese a algún tripateo con el 15, ha estado sobresaliente. El club de los ‘spithosos’ está de enhorabuena.
Con este despliegue, Spieth saldrá este domingo con la opción clara de ganar el Valspar por segunda vez ocho años después. Es segundo a un golpe del líder, Adam Schenk (-8) y está empatado con Tommy Fleetwood (-7). Spieth se ha colado en el partido estelar y Fleetwood saldrá en el penúltimo junto a Webb Simpson (-6), autor de la segunda mejor vuelta del día tras el 67 de Patton Kizzire.
El Valspar no es un elevated, pero presenta un cartel espectacular para la última jornada. Schenk y Fleetwood buscan su primera victoria en el PGA Tour, mientras que Spieth y Simpson representan la experiencia y el éxito continuado.
Es imposible adivinar lo que ocurrirá mañana, pero de lo que no hay ninguna duda es que de nuevo habrá merecido la pena pagar la entrada para ver a Spieth.
