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Aviso a navegantes en medio de una tortuosa montaña rusa

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Justin Thomas posa con el trofeo de campeón del Sentry Tournament of Champions.

El primer gallo en enseñar la cresta en 2020 se llama Justin Thomas. El golfista de Kentucky ha logrado el primer triunfo del año al imponerse en el Sentry Tournament of Champions de Hawái con una ronda final de 69 golpes. Es una victoria con mensaje. Un aviso a navegantes. La última vez que Thomas ganó este torneo rubricó un año excepcional.

Eso sí, antes de coronarse como campeón en el Kapalua Golf de Maui pasaron muchas cosas. Quizá demasiadas. Parecía que Thomas había dejado bien cimentada su victoria con una soberbia secuencia de cuatro birdies consecutivos entre los hoyos 8 y 11. El viento soplaba con mucha fuerza en esos instantes y el norteamericano desplegó su mejor versión de la semana. Fue un tirazo tras otro. Desbancó del liderato a Xander Schauffele y puso la directa hacia el título.

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Dos birdies más en los hoyos 14 y 15 parecían dictar sentencia. Dos golpes de ventaja y tres hoyos a jugar. El propio Schauffele y Patrick Reed se negaban a tirar la toalla, pero parecía un esfuerzo baldío. Daba la sensación de que el torneo no se le iba a escapar a Thomas. Teníamos nuevo campeón. Las crónicas ya se estaban escribiendo…

Pero claro, era noche de Reyes Magos y de pronto empezaron a llover regalos del cielo. Melchor, Gaspar y Baltasar. Justin, Xander y Patrick. Todos, antes o después, comenzaron a hacer obsequios. Comenzó Thomas con dos bogeys. Uno lógico. De los que aparecen en el guión. En el 16. Falló la salida al búnker, mal segundo golpe y bogey de manual. Nada grave. Seguía con uno de ventaja a falta del 18, un par 5 que se ha jugado toda la semana como el tercer hoyo más fácil del Plantation Course.

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Lo que no entraba en ningún cálculo ni aparecía en ningún manual es su bogey en el hoyo final tras cometer un error mayúsculo. Su salida no fue buena, pegó casi un gancho y se quedó algo corto, pero en calle. Había tenido hasta suerte. Sin embargo, su segundo golpe fue un regalo de Reyes. Con toda la parte derecha de la calle para protegerse, incluida la grada del público, se fue a la izquierda, al área de penalidad. Tuvo que dropar, ejecutó un Approach sensacional y se dejó un putt de par de menos de poco más de dos metros.

De pronto, había abierto de par en par la puerta del triunfo a Schauffele, al menos del desempate. El vigente campeón jugaba el hoyo de libro desde el tee y se dejaba un putt de eagle de poco más de diez metros. El birdie era suficiente para asegurar el desempate y el eagle le daba el triunfo. Pero no corran… Quedan más regalos…

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Schauffele tiró un putt muy extraño de eagle, se le fue la mano y se dejó un compromiso de vuelta de dos metros para birdie. Thomas falló el suyo de par y acto seguido Schauffele erró también el de birdie. Aquello parecía una cabalgata. Y mientras, Patrick Reed, que pensaba que su -14 se había quedado corto, sonreía como un niño pequeño en su noche más especial. Había desempate. Se lo encontró casi sin esperarlo, aunque no hay que quitar mérito a la fe que le puso en los últimos hoyos, con un excelente putt de birdie en el 18 de seis metros, incluido.

Melchor-Justin y Gaspar-Xander ya habían hecho sus regalos. Quedaba Baltasar-Patrick. Y no defraudó. Llegó en el segundo hoyo de desempate, poco después de que Schauffele quedara eliminado en el primer asalto del playoff con un par. Thomas sufría con dos malos golpes desde el tee y era incapaz de generarse una opción de birdie. Mientras, Reed estaba al borde del green de dos. Un par de putts le daban la victoria… Pero no fue capaz. Otro regalo.

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Thomas se acabó imponiendo en el tercer hoyo de desempate con un birdie después de un tercer golpe extraordinario. Justo antes, eso sí, había vuelto a fallar la madera desde la calle y se salvó por los pelos del área de penalidad. Supo pasar página y bordar el tiro siguiente. Tenía 117 yardas y demostró por qué el año pasado acabó como el quinto mejor del PGA Tour en los tiros a bandera desde una distancia de 100 a 125 yardas. La dejó a metro y medio y metió toda la presión a Reed. El campeón del Masters 2018, competitivo como pocos, aún tuvo un putt de birdie de tres metros, pero se le escapó y el operario pudo parar la extraña montaña rusa en la que se había convertido el desenlace del Sentry.

Con más sufrimiento del esperado, lo cierto es que lo de Thomas es un aviso a navegantes. Es su tercer triunfo en los últimos siete torneos. Ha empezado el año ganando en Hawái, lo mismo que hizo en 2017. Aquella temporada logró cinco victorias, entre ellas su primer Grande, el PGA Championship en Quail Hollow. Además, se convierte en el jugador que más ha ganado en el PGA Tour en los últimos cinco años (doce victorias) y el cuarto en los últimos 85 que llega a doce triunfos con menos de 27 años. Los otros tres miembros de este prestigioso club son Tiger Woods, Jack Nicklaus y Sam Snead. Casi nada.

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