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Crónica de la victoria de Scottie Scheffler en el WM Phoenix Open

Scottie Scheffler se reencuentra con su duende

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Scottie Scheffler
Scottie Scheffler posa con el trofeo de campeón del WM Phoenix Open.

Scottie Scheffler ha vuelto al lugar de los hechos y allí estaba él, esperándolo un año después, ufano, refugiado en el desierto de Scottsdale, entre divertido y preocupado porque hacía tiempo que había perdido la conexión con su viejo amigo. Fue allí, en el WM Phoenix Open de 2022, cuando se encontraron por primera vez e iniciaron juntos un viaje de tintes casi épicos. Cuatro victorias en seis torneos, el Masters de Augusta y el Número Uno del mundo. De locos. Se hicieron inseparables. O no.

Por lo que fuera, ni Scheffler ni él lo saben, aquella electricidad que habían generado juntos se fue perdiendo. No crean que fue un desastre, ni siquiera se puede hablar de desconexión, simplemente aquello no chisporroteaba igual, no generaban la misma energía. Hasta hoy.

El amigo de Scheffler no sale en las fotos ni en las cámaras de televisión. No es timidez o falsa modestia. Es que no puede. No se ve, pero está. No firma autógrafos. El amigo de Scheffler ni siquiera es algo material. Es algo ilógico y muy poco científico que podríamos denominar duende. Y si le quisiéramos poner un nombre, aunque no hace falta, sería Scotty, qué cosas. Scotty y Scottie.

No se puede explicar la victoria de Scheffler este domingo en el Phoenix Open sin hablar de su putter. Ha sido mayúsculo. Ha metido todos los putts que había que meter. Todos. De eagle, de birdie, de par. Lo mismo daba. Más allá del número o la distancia, lo importante ha sido el momento, el sentido de la oportunidad. El duende. Ese mismo duende que lo acompañó en esos dos meses fascinantes y que le esperaba aquí de vuelta como un perro fiel.

Es ese duende que le ha hecho embocar un putt de par crucial de tres metros para par en el hoyo 5, otro de par más clave todavía en el 16 de cuatro metros y medio, el de eagle del 13 de más de seis metros o los dos de birdie consecutivos en el 2 y en el 3 también de tres metros. Scheffler ha tirado hoy siete putts de seis metros y pico hacia abajo y ha metido seis. Sólo se le ha escapado el de birdie del 15, de cuatro metros y medio. La única concesión. Eso es, entre otras cosas claro, lo que lo catapultó el año pasado. Ese mismo duende. Esa sensación de que no va a fallar ningún putt. Lo mismo que hemos visto hoy.

Decimos que el duende se podría llamar Scotty porque es el putter que utiliza, Scotty Cameron, y sirve además de divertido juego de palabras con el nombre de Scheffler. En cualquier caso, aquí lo importante no es tanto el palo, al que incluso le dio banquillazo el año pasado en la CJ Cup cuando las cosas no iban tan bien. Lo importante es el duende. Lo intangible.

Porque además no sólo lo acompaña en los greenes, sino también en las otras parcelas del juego. Este domingo ha tenido varios momentos de fortuna que han permitido que bolas que podían acabar mal terminaran en una posición perfecta, como la salida del 14, la del 15 o la del 3. Después, justo es decirlo, Scheffler ha sabido aprovecharlo con golpes muy buenos. Pero hoy ni siquiera ha necesitado un golf sublime para hacer seis menos. Cierto orden y duende. Nada más. Sobre todo duende.

Ahora, la ecuación por resolver es cuánto tiempo le va a durar al recuperado Número Uno del mundo. Las cosas del duende es que igual que vienen se van. Si es lo del año pasado, todo el mundo a temblar. Porque, insistimos, transmite esa sensación de que es incapaz de hacer un bogey. De momento, incluso le ha cambiado la cara de inquietud y agobio que tenía en la Presidents Cup.

Resultados finales del WM Phoenix Open 2023