
– Dos apuntes acerca de Tiger. Uno más serio (muy serio) y otro anecdótico y casi divertido. Vamos primero con el serio. Asumido el infortunio de su retirada del torneo, cruzamos los dedos para que de verdad se trate sólo de una gripe u otro tipo de enfermedad leve… Después de pegar con su madera 3 a la bola en el tee del 7 su gesto fue de negación, aunque la bola aterrizaba mansa en el centro de la calle. Inmediatamente, decidía retirarse. Es verdad que ahora, más que nunca, cada gesto suyo se analiza al detalle, pero este contexto en el que sucedieron los hechos es más el de un problema concreto físico (mecánico, para entendernos) y no tanto el del malestar que pueda provocar una gripe o afección similar. No es una cuestión morbosa, es sólo una conjetura razonable. Y temible, porque supondría un freno a su lenta y trabajadísima rehabilitación.
Lo que sí es un hecho que podemos dar por confirmado es que Tiger ya se sentía mal en el tee del hoyo 1. «Simplemente no era el mismo, no estaba bien, estaba más apagado. Se veía antes de comenzar la ronda», ha reconocido Gary Woodland, uno de sus compañeros de partido, aunque también afirmaba que Tiger no le había dicho nada en concreto acerca de lo que le pasaba. Desde luego, la percepción de Woodland, antes de pegar en el tee del 1, también cuadraría con una afección gripal o similar. Cruzamos los dedos por ello.
Vayamos ahora con el apunte anecdótico. Como quiera que Woods siempre está bajo el foco, resulta que una cámara le estaba ya enfocando en directo en el putting green, 55 minutos antes de que saliera a jugar. Lo normal en su caso. Pero se le vio sentarse, de repente, y quitarse un zapato para acomodárselo mejor. Y allí, sobre el empeine, en el calcetín, lucía resplandeciente el logo de… Nike.
– Patrick Cantlay es el líder destacadísimo del Genesis Invitational después de dos rondas. Allá en lo alto, cinco golpes lo separan de sus inmediatos perseguidores, Luke List, Mackenzie Hughes y Jason Day. Queda claro que hasta el momento él ha jugado en otra dimensión el legendario recorrido del Riviera Country Club. Más en concreto, sus greenes. Quien más, quien menos, está sufriendo una barbaridad con el putter en las manos. Todos, menos él. Hasta cinco veces repitió en sus declaraciones después de firmar la tarjeta que le parecían los mejores greenes que él había visto en este campo… Cada cual, como es lógico, lo ve a su manera y según cómo le ha ido.
Se está hartando de embocar putts de media y larga distancia, de acuerdo, pero es que además ha resuelto con extraordinaria naturalidad todos los putts cortos a los que se ha enfrentado, una de las claves en este campo. En Riviera, en cuanto un jugador tiene un putt de más de cuarenta centímetros de largo (no es ninguna exageración), sobrevuelan los fantasmas. Los tripateos están a la orden del día, pero Cantlay no ha hecho ni uno solo. Se ha enfrentado en las dos primeras rondas a nueve putts de esos que provocan algún escalofrío, de entre tres y cinco pies, para salvar pares, y los ha enchufado todos. De hecho, sólo lleva un bogey en 36 hoyos y llegó después de una liada importante en un par 3 (hoyo 16, el jueves) y de tirar un putt magnífico de 18 metros para salvar el par que dejó la bola a treinta centímetros de la cazoleta…
Le preguntaban ayer con qué actitud hay que encarar esta semana el trabajo en los greenes. Y respondía con sorna: “has ido a preguntar al chico equivocado. Cuando tu embocas tantos putts es muy sencillo tener una buena actitud”. Pues eso, que de momento él disfruta donde el resto tiene pesadillas.
Ahora queda comprobar si durante el fin de semana todo fluye de igual manera para el californiano. Es increíble, pero ese tipo, Número 7 del mundo y jugador consistente donde los haya, lleva justo un año y medio sin ganar un torneo de golf, desde que lo hiciera en el BMW Championship, en agosto de 2022.
– Todos sufren en los greenes y Scottie Scheffler, por supuesto, no iba a ser una excepción. Esta semana, de momento, aparece en el puesto 51º en la estadística de Strokes Gained Putting…
Decíamos que Cantlay sólo lleva un bogey en 36 hoyos. Ayer, en la segunda ronda, dejaba la tarjeta inmaculada, sin un solo borrón. Sólo dos jugadores más lo consiguieron: Rory McIlroy y Xander Schauffele. No estás mal el trío. De todos modos, el mejor resultado del día también correspondió a Max Homa (tarjeta de 65, igual que Cantlay, Hughes y Conners), que al fin se dio el gusto de embocar algún putt desde más allá de los tres metros. Ahí, en esas distancias que van de los tres a los ocho metros, se decide prácticamente el ganador cada semana, en cualquier torneo. Veremos si a Homa le llega para tanto, porque está lejos, a nueve golpes de la cabeza, aunque ayer ganara casi cincuenta posiciones, viniendo de las profundidades.
– Bendito corte, se diga lo que se diga. En esa lucha, la del corte, iba a estar Tiger Woods, antes de retirarse después de pegar la salida en el hoyo 7. Se lo estaba trabajando muy bien, con coraje, y ya es mala suerte que haya tenido que abandonar porque se prometían emociones intensas en el final de su ronda. Como lo es que Jordan Spieth firmara una tarjeta errónea y fuera descalificado. Qué cosas más raras pasan. El carisma de estos dos jugadores pesa lo mismo o más que el del resto de competidores, así que el palo para el torneo es considerable.
En esa lucha, la del corte, perdieron la pelea jugadores como Wyndham Clark, Matt Fitzpatrick, Sepp Straka y Justin Thomas. Los chicos del business puro y duro seguirán defendiendo que vaya gracia esto de quedarse sin tales jugadores para las dos últimas rondas, pero hay quienes seguimos pensando que este tipo de situaciones son precisamente un condimento imprescindible en el deporte, en general, y en el golf en particular.